1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 29)


    Fecha: 02/12/2017, Categorías: Humorísticos Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... comunicador de Ushlas sonó y está se retiró a un extremo de la sala para no molestar. Estuvo hablando unos segundos y ante la aptitud crispada que empezó a evidenciar, Matilda y Camaxtli dejaron de hablar. Finalmente, cortó la comunicación y las miro con lágrimas en los ojos.
    
    —Han atentado contra Súm en Mandoria. Está en el hospital, muy grave. Parece ser que atacaron su lanzadera con un misil. He ordenado al Tharsis que se prepare para partir inmediatamente.
    
    Dieciocho horas después, Matilda y Ushlas, acompañadas por dos altas sacerdotisas de Konark, entraban en la habitación del hospital donde tenían a la Princesa. Sus dos doncellas, en un rincón de la habitación meditaban, mientras Ramírez, con aspecto de no haberse movido de allí desde el atentado, miraba por la ventana. Dos médicos y dos enfermeras, atendían en ese momento a la herida que permanecía en coma e intubada. Matilda y Ushlas abrazaron a Ramírez al que se le saltaron las lágrimas. Ushlas cogió del brazo a Ramírez y al canciller, que acababa de entrar en la habitación, y se los llevo a un rincón para no estorbar, mientras hacia una señal a los médicos para que se apartaran. Las doncellas apartaron la sabana que cubría a la Princesa dejando al descubierto su cuerpo desnudo y sondado. Matilda, empuño a Eskaldár y se aproximó a la cama mientras las sacerdotisas y las doncellas tocaban con las manos el cuerpo de Súm. Matilda, colocó su mano libre en el pecho de la Princesa y el aura de todo el conjunto se ...
    ... iluminó tenuemente para ir subiendo lentamente en intensidad según la concentración de las cinco mujeres aumentaba. Durante más de una hora estuvieron con ella mientras más médicos y enfermeras, y algún ministro, empezaban a llenar la habitación. Finalmente, Matilda miró a sus compañeras y el resplandor comenzó a decrecer lentamente hasta que se extinguió. Las cinco mujeres sonrieron, y Matilda, mirando a Ramírez le guiño un ojo.
    
    —No se preocupen doctores, no hemos hecho nada que interfiera en su tratamiento, —dijo Matilda dirigiéndose a ellos— pero sus heridas son tan graves que su aura mística se había deteriorado de manera muy peligrosa. Lo que hemos hecho, es donarla parte de la nuestra para regenerar el suyo. Se va a recuperar, lo hemos visto, —y dirigiéndose al canciller le dijo—. Vamos a hablar donde no molestemos.
    
    Las sacerdotisas y sus doncellas se sentaron en el suelo, en un rincón y comenzaron a meditar. Ushlas se acercó a la cama, beso en la frente a su amiga, y salio de la habitación siguiendo a todos los demás. Entraron en una salita contigua y cerraron la puerta.
    
    —¿Cómo es posible que algo así haya ocurrido? —preguntó Matilda muy seria e irritada—. Sabíamos que había posibilidad de que el emperador intentara algo contra ella, por eso se formó su guardia personal.
    
    —No ha sido el emperador, Matilda, —contestó Ramírez—. Si la Princesa hubiera detectado su impronta, me lo habría dicho.
    
    —¿Entonces que cojones ha pasado?
    
    —Estamos seguros de que ha sido ...
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