1. Nadie me ha trastornado tanto como Alexandra


    Fecha: 19/11/2017, Categorías: Gays Autor: Profesor81, Fuente: CuentoRelatos

    ... habitual ritual de mano en el hombro, la cual iba desplazando poco a poco al cuello de la camisa hasta acabar acariciando el cuello de esa camisa rosa que tan bien le quedaba.
    
    Me tiré mucho rato acariciando así el cuello de su camisa mientras le explicaba cosas en su ordenador pero estaba claro que ese día no me iba a conformar solo con eso por lo que en determinado momento pase mi mano al otro lado de su cuello y empecé a acariciarla el otro cuello de la camisa. Ella como siempre no reaccionó. No sabía si tenía miedo, timidez, intimidación o simplemente que no sabía cómo reaccionar dada su enorme timidez e inocencia. La cuestión es que al cabo de un rato mis dos manos estaban acariciando ambos cuellos de la camisa y que forma suave, muy fetichistamente, empecé a sacarlos por fuera del jersey, quería sacarles esos cuellos de camisa por fuera del jersey, sé que era una gilipollez, pero en el caso de Alexandra era muchísimo, casi como desnudarla.
    
    Me dio un morbo total verla con los cuellos de esa camisa rosa por fuera del jersey. Rompía en cierto modo su impecable y pulcra forma de vestir. Me la imaginé por la mañana en su casa vistiéndose como siempre metiéndose la camisa formalmente por dentro del pantalón y poniéndose su jersey encima para taparla, todo en plan muy formal, pulcro y elegante, y que ahora tuviese los cuellos por fuera era algo que fetichistamente me ponía muchísimo. Me excitaba.
    
    En cualquier otra chica eso sería una tontería total y una bobada, pero ...
    ... en el caso de Alexandra era de un fetichismo brutal que esa niña rica tan pija estuviese un poco desvestida y desarreglada. Ese día no hice más pero esa noche al acostarme y volver a contemplar sus fotos hechas con el móvil me prometí más a mi mismo que no iba el siguiente día a contentarme solo con jugar con los cuellos de su camisa.
    
    Y efectivamente cuando llegó el siguiente jueves mi deseo acumulado por Alexandra estaba a punto de explotar. Ya me daba igual que tuviese solo 18 años, que fuese tan borde, seca, fría y antipática y sobre todo que apenas tuviese tetas. Todo eso me daba igual. Estaba obsesionado por ella y llevaba ya más de un mes aguantando este deseo y anhelo contenido. Como siempre vino con jersey y camisa, no sé si es que mi obsesión por ella estaba al máximo pero lo cierto es que con ese jersey gris y la camisa blanca que llevaba estaba preciosa.
    
    Así tan formal, tan elegante, tan pija y con esa cara de niña buena tan inocente me ponía malo solo verla. Por lo que en cuanto se sentó delante del ordenador empecé con mi ritual de ponerme detrás de ella, jugar con los cuellos de su camisa, sacárselos por fuera del jersey y comprobar por enésima vez que ella permanecía quieta, inmóvil, fría, mirando la pantalla del ordenador como si eso no estuviese pasando.
    
    Mientras acariciaba los cuellos de su camisa no dejaba de mirar el pequeño bulto que hacían sus tetitas en ese jersey gris, lo cierto es que era un bulto muy pequeño, pero me daba igual, y casi sin ...