1. Marion


    Fecha: 27/08/2021, Categorías: Hetero Autor: Valmont2018, Fuente: SexoSinTabues

    Relato secuela de Cindy, escrito por alguien llamado Francisco y que encontré en internet. Disfrútenlo. MARION Por Francisco Estaba en una sucia taberna de barrio tomando cerveza, solo, dejando vagar la mente, distraído pero algo expectante en espera de Ramón que me había citado en ese lugar. ¿Todavía recordando a Cindy…?”, la voz me sobresaltó. Sonriente, Ramón se sentó y luego de pedir también cerveza soltó: ¿A poco no te fue de maravilla con Cindy? (para los que no pasaron por ahí, ver el relato titulado Cindy). Hacía dos días que había estado en esa casa que me había sugerido y donde había pasado momentos de intenso placer. Realmente maravilloso, dije, y agregué que estaba considerando seriamente la perspectiva de volver por ese lugar. “Si quieres experimentar algo diferente, pero que seguro te va a gustar,” --me dijo en tono de complicidad--, “vuelve al mismo sitio pero pregunta por Marion, ya después me platicarás que te pareció. ” Más confiado que la primera vez, llegué a esa casa y subí al departamento que ya me empezaba a resultar familiar, toqué y salió la misma mujer de la vez pasada. “¿Está Marion?” Pregunté. Y ella sin decir nada sólo me franqueó el paso. Me senté en el mismo sillón de la vez pasada y antes de dar tiempo a hablar entró Cindy que al verme se alegró y coqueta, cantarina, vino y se sentó en mi pierna derecha, me pasó su bracito izquierdo por mis hombros y me dio un tierno beso en los labios. “¿Viniste a verme otra vez?” Preguntó pero antes de que ...
    ... pudiera responder, la voz seca, impersonal, de la mujer señaló: “Viene por Marion”. Cindy, sin carga de reproche en su voz sólo dijo “Es mi hermanita y está más bonita que yo”. Antes de que pudiera responder una tierna vocecita saludó y al dirigir mi mirada hacia donde provenía quedé alelado. Era una liadísima niña que apenas había rebasado los seis años pero de una perfección corporal increíble. Un poco más blanca que Cindy de cara con un ovalo perfecto, grandísimos ojos grises, labios gruesos y sumamente sensuales coloreados naturalmente por un fuerte tono carmesí. Vestía un ligero vestido de verano amarillo que dejaba sus brazos al descubierto que se advertían firmes, redondos, voluptuosos, su cuello era grácil y largo y en su mirada había inocencia y coquetería. Por abajo se veían dos piernas blancas con un cierto tono dorado por el sol, también rellenas que permitían suponer dos muslos sólidos y bien torneados. A pesar de su edad, su cuerpo era el de una pequeñita mujer que sin duda se transformaría en una delicada belleza con el tiempo. Toda ella era la encarnación de tierna lujuria. Su pelo le daba a media espalda y lo llevaba suelto sólo atado por atrás con una cinta verde limón. La mujer con esa voz sin matices ordenó: “Vete a la habitación y espera”. Y sin transición le dijo a Cindy, quien la celestial aparición había hecho que se me olvidara de sobre mi pierna izquierda, “Tú vete a hacer tus deberes”. Nos quedamos solos y la mujer me advirtió: “Con Marion no puede ir ...
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