La reeducación de Areana (10)
Fecha: 09/08/2021,
Categorías:
Voyerismo
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... que se masturba…
Eva hizo una pausa antes de responder, tragó saliva y finalmente dijo con voz casi inaudible:
-Sí… Sí, señora…
-No la escucho. ¡Hable más alto!
-Sí, señora…
-¿Se masturba, perra?
-Sí, señora Amalia. –asintió Eva cada vez más avergonzada.
-Dígalo. –le exigió Amalia disfrutando morbosamente de la humillación que estaba infligiéndole a la pobre mujer.
Eva volvió a tragar saliva y murmuró:
-Me… me masturbo, señora…
-Bueno, a partir de ahora va a tener sexo hasta el hartazgo… La vamos a coger hasta por las orejas. Yo, Elena, Milena, Marisa y toda la gente que me dé la gana.
-Sí, señora, lo que usted disponga… -dijo Eva sintiendo que se ahogaba de tanta excitación.
-Voy a hacer de usted una puta.
-Sí, señora Amalia, haga de mi lo que usted quiera…
-A partir de ahora su vida la manejo yo.
-Sí, señora Amalia…
-Su vida es mía, perra Eva.
-Sí, señora, sí…
-Dígalo.
-Mi vida es suya, señora Amalia… -confirmó Eva.
-Desde este momento usted no tendrá más derechos que los que yo me digne concederle. ¿Está claro?
-Sí… Sí, señora Amalia… Está… está claro…
A medida que Amalia le hablaba Eva se iba excitando cada vez más. Por un lado, le parecía increíble estar viviendo semejante situación, nada menos que entregarle su persona y su vida a esa mujer fascinante, pero a la vez, sentía que ya no podría vivir de otra manera. Y Amalia continuó:
-Oiga bien y grabe en su mente animal lo que voy a decirle.
-Sí, ...
... señora…
-A partir de ahora sus únicos derechos son comer, dormir, ir al baño, trabajar si es que trabaja y enseguida va informarme sobre eso, y tener amistades, aunque yo deberé saber quiénes son y aprobarlas o no. ¿Entendido?
Eva tragó saliva y contestó:
-Sí… Sí, señora Amalia.
-Otra cosa, cada vez que quiera o necesite salir de su casa va a pedirme permiso. ¿Entendió?
-Sí… Sí, señora…
-Ahora dígame si trabaja.
-Mi marido… Mi marido tenía una fábrica de… de bujías y yo la… la heredé, señora… La puse en manos del abogado de la familia, que la administra, y yo voy dos o tres veces por semana…
-Tiene amigas?
-Elena y… Bueno, Elena ya no… Y dos más…
-Nombres.
-Alicia y Estela…
-Hábleme de ellas. –ordenó Amalia.
Alicia tiene treinta y cinco años, es médica, está casada y tiene una hija de doce… Estela tiene cincuenta años, es contadora y soltera…
-Bien, ¿son mujeres normales?
-No… no entiendo, señora…
-Digo si son mujeres normales o perras putas como usted.
-No… son… normales, señora Amalia, nunca… nunca han dicho nada raro…
-Con esa normalidad de mujeres vainilla podrían ser una mala influencia para usted, Eva, ahora que ha descubierto, gracias a mí, lo que realmente es.
-No, señora, no… A mí no me importa que ellas sean normales… Ahora que sé lo que soy ya no… ya no podría vivir como ellas…
Amalia sonrió, perversamente complacida por la confesión de su presa y dijo:
-Muy bien, Eva, ¡muy bien!, se ha ganado un premio. ...