1. La reeducación de Areana (10)


    Fecha: 09/08/2021, Categorías: Voyerismo Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... Echesé boca abajo sobre mis piernas.
    
    Eva puso cara de asombro, pero no se atrevió a decir nada. Obedeció y al estar de panza sobre los muslos de Amalia sintió que su excitación crecía y mucho más al sentir una mano de la dueña de casa deslizándose por sus nalgas.
    
    -Que buen culo tiene, perra. Ideal para darle unas buenas nalgadas. –dijo Amalia y de inmediato alzó el brazo y descargó el primer chirlo. Eva sintió que algo así como una corriente de extraña energía, mezcla de dolor y sorprendente placer surgía en su culo y la recorría entera para dejarla vacía al agotarse. Deseó más, deseó intensamente que Amalia continuara pegándole y comenzó a jadear mientras respiraba dificultosamente.
    
    Amalia curvó sus labios en una sonrisa triunfal al darse cuenta de lo que Eva estaba sintiendo, y luego de una pausa descargó el segundo chirlo, que hizo gemir a Eva y mover sus caderas de un lado al otro.
    
    Amalia continuó con la paliza iniciática, saboreando ese nuevo triunfo que no por previsible era menos placentero.
    
    Cada tanto detenía la paliza para sobar ese portentoso trasero, casi enorme pero admirablemente proporcional al resto del cuerpo, a esas piernas de muslos gruesos y bien torneados, a esas grandes ubres que ahora colgaban con los pezones duros y erectos.
    
    A medida que los chirlos se sucedían y la cola se veía cada vez más colorada, la excitación de Eva crecía y su concha era una catarata de flujo. En determinado momento Amalia le metió mano y lanzó una carcajada ...
    ... hiriente.
    
    -¡Está ardiendo de calentura, perra putísima! ¡La paliza que le estoy dando la vuelve loca de placer!
    
    Eva corcoveó sobre los muslos de la dómina y balbuceó:
    
    -Sí… Sí, señora, sí… No pare… Por favor, no pare… Siga pegándome… Por favor… por favor…
    
    Era embriagador ese placer oscuro e intenso que la invadía completa y se enseñoreaba triunfante en cada una de sus células. Amalia graduaba sabiamente la fuerza de cada chirlo, las pausas entre golpe y golpe y de vez en cuando hurgaba con dos de sus dedos la concha de Eva y entonces la pobre sumisa corcoveaba y se abandonaba después lánguidamente a ese otro goce que enloquecía sus sentidos.
    
    Por fin, cuando Eva era una sucesión de corcovos, gemidos, jadeos y súplicas y sus nalgas lucían bastante coloradas, la dómina metió nuevamente dos de sus dedos en la concha empapadísima, los extrajó y tras echar a su víctima al piso, donde quedó de espaldas, se inclinó, le ordenó que abriera la boca y le metió los dedos:
    
    -¡Límpiemelos, puta! –exigió, y Eva sorbió sus jugos sin resistencia alguna, sintiendo que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por esa mujer a la que empezaba a ver y a reverenciar como a una deidad a la que le debía su nueva existencia, su vida verdadera que recién estaba comenzando. Deseó con todas sus ansias que Amalia la tomara sexualmente, y no pudo evitar el llanto cuando la escuchó llamar por el handy a Marisa, para que viniera a llevársela.
    
    -A la cucha. –le indicó a la mujerona y al quedar ...
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