1. Begoña: pasión inconfesable


    Fecha: 28/07/2021, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... padres para consolarme. Ellos siempre me decían que los años pasaban rápido y que era tiempo de buscar un hombre(lo mismo que me decían mis amigas), de tener un novio con el que compartir mi vida, pero yo siempre respondía con un "ya habrá tiempo para eso". Para mí no había nada más importante que mi sueño de ser veterinaria, no había nada más. ¿Para que quería yo un novio, además?. ¿Para perder tiempo en arrumacos y besos cuando podría estar sacando la carrera?, ¿para estar en el cine ó en un parque abrazados cuando podría estar estudiando para los exámenes finales?. Era una pérdida de tiempo y siempre me dije que me echaría un buen novio pero cuando lograra el doctorado, que conseguí siendo la primera de mi promoción. Con 23 años ya estaba licenciada, y tras unas pocas prácticas, obtuve un puesto de ayudante de médico en un zoológico en una ciudad vecina. Me apenó mucho porqué aquel trabajo conllevó mudarme y comenzar mi vida en solitario, dejando de lado a las amistades de toda la vida(pero me fui con el compromiso de mantener el contacto con ellas y vernos a menudo). Lo cierto era que estando a una hora en coche podía haberme quedado en mi ciudad, pero prefería lanzarme a la aventura de emanciparme e iniciar esa vida en solitario pese a sus consecuencias. Tras la muerte de Puppy cuando yo tenía 17 años(por suerte estaba de vacaciones y cuando me enteré ya era tarde, con lo que la pena fue menos), me llevé a unos de sus cachorros de la última camada, Kiko, de unos 7 ó 8 ...
    ... años de edad, que era de color canela claro, para que me hiciese compañía. Papá y Mamá tenían dinero de sobra y eran capaces de cuidar a los cachorros, de ahí que se los quedaran(si no, otro gallo cantaría), eso sin olvidar que viviendo en un barrio residencial había más facilidades que criarlos que en un piso céntrico. A los pocos meses de mudarme al piso que había encontrado y que quedaba más ó menos cerca del zoo ya estaba completamente integrada en un nuevo entorno que me parecía excitante a cada día que pasaba: nuevas amistades, nuevos lugares por descubrir…
    
    Mi trabajo, al que estaba entregada día y noche, consistía en mirar como el Dr. Narváez, mi jefe, hacía las operaciones y ponía las debidas inyecciones, enseñándome los trucos de un puesto que, tarde ó temprano, yo iba a ocupar. La confianza que mis superiores tenían en mí hacía que muchas veces me quedara sola con los animales ó que yo misma tuviera que cerrar el zoológico. Esos momentos de soledad los aprovechaba para pasear por el zoo y ver los animales con los que soñaba de niña. No fueron pocas las veces que me emocioné intensamente al pasear por allí y recordar cuanto deseaba hacerlo siendo niña, allá en mi hogar. Fue en uno de esos paseos donde ocurrió la experiencia que lo cambiaría todo en mi vida en adelante.
    
    Paseaba por la jaula de los orangutanes, perdida en mis divagaciones, cuando vi que todos estaban muy excitados. Era debido a Charlie, un orangután que siempre había sido muy pacífico, pero que sin ...
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