1. Mi exhuberante y caliente suegra.


    Fecha: 27/06/2021, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... fondo estaba deseando pasar 15 días bajo el mismo techo que semejante pedazo de hembra.
    
    Petri también manifestó su deseo de no molestarnos pero al fial accedió de buen grado. De esta manera todos estábamos conformes, sobre todo yo.
    
    Esa noche, después de cenar, Marta se despidió de Petri y de mí y se marcho en el auto a nuestra casa.
    
    Quedamos mi suegra y yo solos en el salón de la casa. Hablamos un rato de vanalidades. Yo me la comía con los ojos, aunque trataba de disimular. Era verano y Petri seguía llevando la fina bata del día anterior. Esta, dada la rotundidad de las formas de Petri se entreabría mostrando parte de sus muslos y de sus redondas tetas. Ella intentaba en vano cerrarla lo que le añadía más morbo a la situación. Yo buscaba la forma de empezar a realizar lo que más deseaba en ese momento, tocarla, sobarla, chuparla, follarla... Pero nada se me ocurría. Desalentado y con una calentura considerable me reti´ré a dormir, ella me dijo que también se iba a la cama. Al día siguiente tendríamos una larga jornada de papeleo.
    
    Yo me fui a la cama y tras la consabida paja me quedé de inmediato dormido. En plena noche me desperté, fueron unos leves quejidos, acompañados de llanto, los que seguramente interrumpieron mi sueño. Escuchando con detenimiento, comprobé que era mi suegra la que emitía dichos ruidos. Eran las dos de la madrugada y yo me había desvelado del todo. Los quejidos y llantos no cesaban por lo que pensé en ver que ocurría, me dirigí al cuarto de ...
    ... mi suegra deseoso de ayudarla y también pensando que iba a tener ocasión de estar junto a ella en su cama y que tal vez...
    
    Con esos pensamientos llamé a su puerta y dije.
    
    Yo entré y me encontré en el dormitorio que Petri debió compartir con Fermín. La luz de la mesilla iluminaba tenuamente la habitación, como la pantalla de la lámpara era de color rosa, la habitación tomaba un halo rojizo de lo más excitante. El dormitorio tenía unos muebles enormes y mi suegra estaba en la enorme cama, algo imcorporada sobre dos almohadones. Estaba pálida y llorosa. Pero mis ojos se fueron de inmediato a sus pechos, dos enormes tetas pugnaban por salirse de su camisón, una prenda negra de encaje. La parte visible de sus pechos se mostraban redondos y muy abultados, aunque dese luego algo caídos. Yo trate de recuperar la calma pese a semejante espectáculo. Me senté en el borde de la cama y le hablé a mi suegra interesándome por lo que le pasaba.
    
    Ella contesto:
    
    En ese momento volvió a sollozar y se avalanzó sobre mí abrazándome. Me paso los brazos por mi espalda y yo hice lo mismo. Pude palpar su carne, que aunque algo blanda, mantenía cierta turgencia. También note la presión de sus pechos en mi pecho. Aquello me puso a cien y yo no pude impedir que mis manos recorriesen su espalda acariciándola. Ella seguía sollozando y apretándose contra mí. Mis manos cada vez hacían un recorrido más amplio y comprometido, bajaban al nacimiento de sus nalgas volviendo hacia arriba para volver a ...
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