Anita y un paraíso en la playa - Relatos Eróticos

Anita y un paraíso en la playa

Anita y un paraíso en la playaAnita y yo habíamos coincidido en unos días libres durante la primavera.Unos amigos nos habían ofrecido una linda cabaña en una especie de bosque, a unos pocos metros del mar. Un lugar realmente paradisíaco.El primer día salimos a caminar luego de instalarnos, disfrutando el increíble paisaje natural alrededor nuestro.A la tarde siguiente, tras la caída del sol, regresábamos de la playa, cuando me acerqué a la puerta de entrada y noté algo diferente y extraño. Estaba entreabierta y yo estaba seguro de haberla cerrado correctamente al salir. Anita estaba detrás de mí, quitándose la arena de sus sandalias.Me adelanté y apenas acababa de pasar la puerta del salón principal, sentí un tremendo golpe en el rostro que me hizo caer al suelo, dándome vueltas todo el cuarto, mientras oía voces extrañas y sentía varias manos que me sujetaban y alzaban en el aire.Eran tres tipos, tremendamente desaliñados y sucios.Intenté advertirle a Anita, que todavía estaba a tiempo de correr, pero ya era tarde. Uno de los hombres abrió la puerta y saltó sobre mi delicada esposa, sujetándola por los brazos y cintura.Con una cuerda de las cortinas me maniataron a una silla pesada, dejándome completamente inmovilizado.Anita les suplicaba no nos hicieran daño y nos dejaran en libertad; pero entonces el tipo que la sujetaba liberó su abrazo y la empujó al medio entre los tres. Comenzaron a comentar lo buena que estaba, cómo se la cogerían y quién sería el primero.El que ...

... parecía ser el más pesado de los tres gritó que él sería el primero y que cuando se hartara de cogerse a mi mujer, se la entregaría a los otros dos. Dijo eso y arrastró a Ana hasta el dormitorio, donde la empujó sobre la cama. Ella quedó tendida cuan larga es, boca arriba, con las piernas un poco abiertas. Todavía conservaba su bikini completo, pero no por demasiado tiempo.El jefe se acercó despacio y suavemente tomó los cordeles anudados de la parte inferior del bikini: Con deliberada calma, mientras giraba su cabeza para mirarme a mí, fue desatándolos y luego deslizando los restos entre las piernas de Ana.Luego se desató sus pantalones y entonces todos pudimos ver que cargaba una verga casi tan grande como la de un burro. Iba a desgarrarle la concha a mi delicada esposa si la cogía con esa cosa.El tipo luego sonrió mirando los labios vaginales abiertos de Ana y se subió a la cama entre las torneadas piernas de mi mujercita, tomándola por los tobillos y acercando su delicado cuerpo al de él…Ana intentó debatirse, pero todo fue inútil. El bruto no quería lidiar con las afiladas uñas de Ana, así que le dejó caer un violento manotazo en su bello rostro, que casi la hizo desmayar. Ana ya no luchó más…Los otros tipos se sentaron a mi lado, dispuestos a disfrutar del espectáculo al que intentaban obligarme a mirar también.Al tiempo que ellos me decían en voz baja, todo lo que su jefe le haría a mi delicada esposa, el sujeto en cuestión ya le había arrancado la parte superior del bikini ...