No es que le gustara la verga... #1 - Relatos Eróticos

No es que le gustara la verga... #1

... señalándole la memoria USB que le había entregado.La memoria contenía la videograbación de la primera sesión que Marisela había disfrutado con él.—Véalo. Si usted está de acuerdo seguimos en lo acordado.Mirando la grabación, el esposo “cuerneado” pudo ver a su mujer encerrada con el otro en la habitación de un hotel.Al principio, Marisela le contaba de sus problemas maritales a Roberto. Era evidente que ella necesitaba desahogarse, y él se veía dispuesto a escucharla pacientemente. No estaba ahí sólo para ayuntarla, como bien observó el esposo.—...sí, mi marido ya viene haciéndome lo mismo desde hace tiempo. Cada vez se distancia más de mí —decía Marisela en la grabación, mientras comenzaba a desnudarse.—¿Pero, por qué lo dices? —le preguntaba Roberto.—Pues es que ya no hacemos el amor como antes.—¿Te refieres a que ya no es tan apasionado?—No sólo eso. Ya no lo hacemos tan seguido. Prácticamente nuestro matrimonio se reduce a trabajar en la misma escuela, y a dormir en la misma cama, y punto.—¿Pero sólo por eso crees que él te está engañando? —le preguntó aquél que en ese momento era su confidente, y luego se trocaría en su amante.—Es que no sólo fue eso. De ser así, ¿crees que yo haría algo como esto? —y la señora se retiró las pantaletas, la última de sus prendas, las cuales cayeron al suelo.El hombre que veía estas imágenes a través de una pantalla, lloró al ver así a su mujer; le fue inevitable. Sabía bien lo que vería posteriormente.Y así fue, su amada esposa se entregó ...

... a la pasión con Roberto.La observó gozar de aquel hombre. Los labios se besaron; las lenguas se ciñeron entre sí; los cuerpos se entrepiernaron y se abrazaron con ímpetu; las nalgas de su cónyuge fueron abiertas al máximo por las fuertes manos de Roberto quien así la agasajaba.Él esposo gozó y sufrió al ver esto, pues en ratos pretendía ser él mismo quien le daba esas caricias a su esposa. Pero tarde o temprano caía en la cuenta de que ella se entregaba a otro. Él lo había propiciado, bien lo sabía, después de todo era con un noble fin: hacer feliz a su mujer; pero aún así le dolía.Tan hermosa tal cual era, toda una noble esposa que sufrió cuando vio a su marido con otra, sin saber que aquello era sólo una farsa planeada por él, para favorecer que la señora se decidiera a engañarlo, y así entregarse a Roberto. El amante contratado por su propio esposo.—¿Sabes dónde está el Copel de Mariano Escobedo? —en el video preguntaba Marisela a su amante.—Sí —le respondía Roberto, quien, situado detrás de ella, la veía a través del reflejo del espejo del tocador.Y es que ella estaba en cuatro, así que ambos amantes se veían por el mencionado espejo, mientras conversaban y ayuntaban a la vez.—Pues ahí lo vi con otra mujer —decía Marisela, refiriéndose a su marido.—Bueno, pero quizás era sólo una amiga o... —decía Roberto, mientras la agarraba de sus suaves nalgas abriéndole esos dos amplios gajos de carne.—No, qué va. Si hasta le llamé luego luego a su celular.—¿Y?—Pues el muy cabrón me ...