1. Hidden Club


    Fecha: 02/01/2021, Categorías: Intercambios Autor: VeroYDany, Fuente: SexoSinTabues

    ... pero primero tendremos que ducharnos. ¡Jajajaja! Estoy cubierta de saliva, y mira… —señaló sus muslos, por los que descendía un reguero de semen. —¡Joder! Espera, creo que he visto ahí fuera unas cajas de pañuelos de papel… Recogimos nuestra ropa a toda prisa introduciéndola en una de las taquillas. Afortunadamente, (Marta dirigía miradas aprensivas a la puerta) no entró nadie. Las duchas estaban también solitarias. Abrí uno de los grifos, y regulé la temperatura. Nos dedicamos a enjabonarnos mutuamente, sin privarnos de acariciar nuestros sexos. Me quedé mirándola, mientras ella se aclaraba los cabellos. Aun sin maquillaje alguno, era una de las mujeres más bonitas que había contemplado. —¿Qué me miras? —dijo sonriente, cuando volvió la cabeza en mi dirección y advirtió mi escrutinio. De repente, sus ojos se abrieron como platos, y compuso un gesto de confusión. Me volví. Teníamos espectadores. Una pareja, ambos algo más mayores que nosotros, nos estaba contemplando desde la entrada. Lo que a mí se me abrió fue la boca, pero de admiración: Dos cuerpos de modelo, de piel oscura, ambos completamente desnudos. La mujer tenía, sin duda, la figura más escultural que había visto: de cuerpo menudo, pechos no muy grandes, pero altos y tiesos. Cintura estrecha, caderas y muslos sensuales, entre los que la piel se oscurecía en el vértice del triángulo invertido en el que se distinguía perfectamente el inicio de la separación de su vulva, y unas piernas “10”. Un bonito rostro ...
    ... enmarcado por cabellos intensamente negros, que esbozaba una ligera sonrisa, ojos del color de su pelo, frente despejada, nariz solo ligeramente ensanchada, y tentadores labios carnosos. Pensé que si hubiera una imagen que representara la palabra “sexo”, esa mujer lo era. Todo en ella, rostro, senos, caderas, muslos, más la abertura apenas entrevista entre sus piernas, estaban hechos para dar y recibir placer. El hombre, que también nos sonreía, llevaba su negro cabello muy corto. Musculado, hombros más anchos que sus caderas, con los pectorales prominentes, marcaba ligeramente los abdominales; muslos y piernas fuertes. Y lo que más me impactó: sé que estoy bien dotado, me lo han dicho muchas veces, pero el pene oscuro del hombre, en reposo, era solo dos o tres centímetros más corto que el mío en erección. Lo que más me sorprendió era que no había nada lúbrico en la actitud de la pareja: se mostraban desnudos con total naturalidad, casi cabría decir que con inocencia. La reacción de Marta fue otra de las cosas peculiares de aquel encuentro: lejos de cubrirse con una de las toallas que había en una pila frente a nosotros, cerró los grifos y se escurrió despacio el cabello, solo ligeramente ruborizada, mostrándose desnuda sin reservas. —Lo siento, esperamos no haberos incomodado con nuestra presencia… —dijo él con voz profunda. —Es solo… en realidad ya nos íbamos, pero os escuchamos, y entramos solo a ver si se trataba de conocidos nuestros —apoyó la beldad aquella. —Pues si llegáis ...