1. En agradecimiento, se ofreció al amigo. Amores peligrosos, ¡Qué gran tentación!


    Fecha: 01/01/2021, Categorías: Hetero Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    ... indecisión clava banderillas, las manos se aprietan, el sentimiento nos embarga, confunde, todo se sale de cauce, subiendo la temperatura emocional, el bip bip de la cafetera avisando que la infusión esta lista, es el gong salvador…
    
    Las miradas conducen la emoción, las manos se hacen abrazo y contención, el beso conduce a otro beso más profundo, intenso, su lengua busca la mía… Todo se torna confuso, tumbados sobre el sillón, el beso fugaz se hace obsceno, la urgencia pasional descubre zonas privadas, el deseo arrasa con la prudencia y el recato.
    
    La urgencia nos desnuda, el deseo nos abrasa, mis gruesos dedos intrusan la cavidad húmeda de su sexo que los atrapa cual boa constrictor, engulle todo cuanto se le anime. Sus manos secuestran entre mis piernas el alimento para su cueva voraz.
    
    Acomoda su espalda, abre y eleva sus piernas, facilita la intrusión del miembro, guía y acompaña en el ingreso al sexo. Gemidos profundos agradecen entrarle, sus manos se aferran a mis brazos cuando me impulso, con golpes de cadera, pierna derecha apoyada sobre el piso me permite moverme con la urgencia y la vehemencia de la calentura en el disfrute de esta hembra.
    
    Sus gemidos y jadeos se superponen a los míos, el deseo que nos consume, variando el ritmo y la frecuencia de la penetración sube de a dos los escalones de la excitación. Puedo manejar sus tiempos, variación en la frecuencia de intensidades le hacen perderse y demorar ese deseo que le sube a la garganta, disfruto esa ...
    ... forma de controlar su energía, ser amo de sus sensaciones, decidir cuando sea el momento de permitirle llegar al orgasmo. Disfruto hacer disfrutar a la mujer, su orgasmo es mi obra.
    
    Forzarla a retener y disfrutar la proximidad al límite, hice todo y bien para que el momento sublime del orgasmo se hiciera carne en mi carne, sentir y disfrutar ese ahogado gemido que produjo cuando el placer llegó a la cima.
    
    La pija enterrada en el fondo de su cueva, agitada con fuerza y vuelta a entrarle hasta el ahogo, su orgasmo fue una ola golpeando con fuerza en su deseo. Repetido y reiterado hasta el último, dejarse caer al abismo del éxtasis, entre mis brazos y la verga en sus entrañas.
    
    Transfigurada, el rímel corrido, babeando, la mirada perdida, era la imagen vívida de haber transitado un momento de máxima lujuria. Contenido dentro de su vagina, sentía los tardíos latidos del orgasmo, lenguaje morse con el miembro aprisionado. Abrió los ojos, como el dos de oros de la baraja y dijo:
    
    —¡Ahhhhhhhh!… maravilloso, ¡maravilloso!, ¡qué bueno! No te has venido, ¿verdad?
    
    —No, aún…
    
    —No te vengas dentro, ¡por favor!
    
    —… entonces… ¿dónde?
    
    —Hmm…
    
    —¿En tu boca? -insistí como para no permitirle pensarlo. – ¿En tu boca? –pregunta retórica.
    
    Retomé el movimiento dentro de su vagina, más húmeda, más caliente, más constrictor. La calentura acelera el momento, hubiera querido demorarme más, pero las circunstancias ameritaban que fuera ya y ahora, quería sentirme en su boca, demorar ...
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