1. El que la sigue, la consigue...


    Fecha: 22/10/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... en aquella misma casa. Un día por la mañana me armé de valor y me levanté el primero de los tres. Cuando oí ruido en el dormitorio de mi suegra supe que ya empezaba a levantarse. Me quité el pijama quedándome completamente desnudo y con mi verga dura como un poste me arrimé a una esquina de la mesa del salón sobre la que apoyé mis cojones y, agarrándome con la mano el tronco de mi cipote, empecé a bambolear mi cuerpo en un movimiento de vaivén que imitaba la copulación. Se me saltaba el corazón cuando Elisa salió en bata de su dormitorio como todas las mañanas para ir al baño y se encontró con el espectáculo gratuito que yo había montado para ella. Anduvo unos pasos, se detuvo al verme, dio media vuelta y regresó a su cuarto donde estuvo un buen rato hasta que se atrevió a salir de nuevo. Para entonces yo había regresado a mi cama junto a mi mujer. Como yo miraba en otra dirección mientras agitaba mi miembro en la mano no cruzamos nuestras miradas pero supe que ella se había tragado la visión de su yerno en pelotas masturbándose a un par de metros o tres de ella.
    
    Así, más o menos, sin prisas pero sin pausas, siguieron las cosas durante dos o tres años. Por otra parte nuestro trato era tan cordial y agradable como siempre pero yo sabía que ella sabía, y ella sabía que yo sabía ... ! Fue entonces cuando mi esposa cayó gravemente enferma. Al tercer año de su enfermedad y conociendo que su final estaba anunciado yo me volqué en ella, pero eso no impedía que yo siguiera ...
    ... teniendo necesidades sexuales. Elisa se vino a vivir con nosotros para poder atender mejor a su hija y un buen día decidí dar un paso definitivo. Cuando oí que ella estaba en la cocina preparando el desayuno me levanté de la cama, fui donde ella estaba y sin decirle palabra alguna me acerqué, metí mi mano por debajo de su falda hasta llegar a sus bragas que franqueé y empecé a acariciar su mata de pelo y su tajo.
    
    Ella decía que no quería "esto" pero para entonces yo me había sacado ya el cipote y los huevos del interior del pijama y le había hecho agarrármelos a Elisa con su mano. Con la boca decía una cosa pero hacía otra: parecía que le hubieran pegado la mano con cola y no la apartaba del poste de mi verga por nada a la vez que protestaba contra mi acción y se negaba pudorosamente a continuar. Yo sabía de su lucha interna: por un lado necesitaba sexo ella también, por otra parte yo era el marido de su hija ... al que ella deseaba sin atreverse a confesárselo a sí misma.
    
    Ahí quedó la cosa y dejé pasar unos días. Nuestra relación era como si no hubiera pasado nada pero había pasado mucho. Yo empecé a repetir lo de levantarme por la mañana pronto los fines de semana, ir directamente a la cocina al encuentro de mi suegra, desnudarme delante de ella en silencio y abrazarla por detrás. Ella seguía trasteando como si nada pero sintiendo la dureza de mi miembro desnudo apoyado fuertemente en sus nalgas. Le tocaba las tetas, le levantaba las faldas, le bajaba las bragas y pegaba mi ...