1. La putísima madre (Capítulo 2)


    Fecha: 18/10/2020, Categorías: Incesto Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... maneras salió temprano. Su propósito era tratar de finiquitar los trámites de sucesión de una herencia que había recibido de un pariente lejano recientemente fallecido, y del cual él era el único heredero. En esos momentos yo no estaba muy al tanto de los detalles de la herencia, pero sí de la gran oportunidad que tenía de cogerme a mi vieja esa misma mañana. Mi ansiedad era tan grande que me levanté dispuesto a arriesgar todo. Mi madre hizo su parte: apenas se fue mi viejo, transformó su vestido suelto y largo hasta los tobillos en una pollerita cortita que apenas le bajaba la cola. Era tableada y escasísima. Apenas la vi se me puso la pija como un fierro. “¡Es hoy!” pensé… “¡tiene que ser hoy!”.
    
    Aunque esta vez no puso ningún pretexto, el motivo por el que había escogido la brevísima minifalda se hizo evidente cuando se subió a una escalera dispuesta a ordenar la alacena. No había que acercarse demasiado para poder verle todo el orto por debajo de la pollerita. Pero yo quería estar en primera fila, así que me le acerqué con la excusa de ayudarla.
    
    —Te sostengo la escalera, ma.
    
    —Ay, te agradezco bebé — “bebé”, me dijo la yegua.
    
    Mientras ella hacía su trabajo, yo tenía un primer plano de ese orto descomunal, partido en dos por una tanguita celeste: un hilito casi imperceptible que parecía pedir socorro al ser completamente devorado por la raya de ese culote. Mi cara estaría a diez centímetros de ese culo. Éste se veía grande, redondo, perfecto… ufff, casi me voy en ...
    ... seco. Ella sabía perfectamente que yo le estaba mirando el ojete y seguramente se complacía con eso.
    
    —A ver amor, voy a bajar —me dijo en algún momento.
    
    —Si ma, te ayudo —le dije.
    
    Pero ya no pude aguantar más. En lugar de sostenerle la escalera le tome sus nalgas con mis manos. ¡Qué linda sensación!
    
    —¡Ay tarado, me vas a hacer caer! —me dijo mientras sentía como la escalera se tambaleaba.
    
    Casi se cae pero la sostuve apretándola contra mi cuerpo. Entonces ella se dio vuelta y quedamos cara a cara.
    
    —Me estuviste provocando todo el tiempo ¿verdad? —le dije
    
    —¿Qué decís, papito? —me respondió mirándome con cara de puta.
    
    No pasaron ni dos segundos para que me animara a partirle la boca de un beso.
    
    —¿Qué hacés? ¡Soltame! ¿Estás loco? ¡Soy tu madre! —me gritó golpeándome con sus puños en el pecho para alejarme de ella.
    
    Yo no entendía nada, pero ya había jugado todas mis fichas, así que la sujeté fuerte e intenté meterle la lengua hasta la garganta mientras le amasaba el culo y las tetas con ganas, y le hundía el bulto sobresaliente de mi pantalón en su bajo vientre. Ella trataba de esquivar mi arremetida lingual como podía e intentaba librarse empujándome con sus delicadas manos. En algún momento, y tras lanzarme un rodillazo a mis excitadas partes nobles —por suerte no me las agarró de lleno— logró liberarse y corrió hacia la sala principal, en donde logré capturarla.
    
    Allí mismo, dispuesto a castigarla por puta e histérica, me senté en un sillón, la ...
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