1. Una vida sin vida: relatos cortos de un gigoló


    Fecha: 15/09/2020, Categorías: No Consentido Autor: Felipe_Valencia, Fuente: CuentoRelatos

    ... a mi boca. La rodeé con mi lengua y luego me la fui metiendo suave, succionándole esa cabeza que me tenía loco. Mientras lo hacía, le cogía esas pelotas y jugaba con ellas entre mis dedos. El empujó mi cabeza a la base de su verga con fuerza: sin duda era bien experimentado.
    
    -¡Métetela toda! No me gusta que dejen la comida por fuera.
    
    Ya tenía los ojos llenos de lágrimas. Sentía que me iba a ahogar con semejante verga en mi boca, pero dejé de prestarle atención a eso porque Santiago botaba harto líquido seminal (yo creo que con eso hubiera alcanzado para lubricar mi culo y su verga a la vez). Yo me lo tragué sin tardar y lo succioné más para ver si salía otro tanto. Al hacerlo, Santiago me tiró al sofá de nuevo y me pidió que me pusiera en cuatro.
    
    -Separa más las piernas, Felipe. Quiero que se te vea ese hueco bien.
    
    Cuando lo hice, se agacha y se pone a darme lengua. ¡Uff! Lo hacía tan rico que yo hice de cuenta que era una verga que me quería romper el culo y me le moví para que me penetrara con ella. Él me siguió el juego y la metió. Se sentía más rico cuando la empezó a mover en forma de círculos dentro de mí. Sin duda era un maestro para esos menesteres.
    
    -Para el culo que aquí viene mi verga -me dijo mientras ponía sus manos sobre mi espalda. No me di cuenta cuándo se había colocado el condón y cuándo me había puesto el lubricante: estaba tan embobado con la lamida que lo único que sentí fue esa verga dura dentro de mí. La había metido de una y sentí ver el ...
    ... diablo, pero luego se me pasó rápido y lo que sentí fue unas ganas de empujársela más hacia adentro. Él me cogió de la cintura y me empezó a dar duro: tan duro que sentía cómo sus pelotas rozaban las mías.
    
    -¿Te gusta, Felipe? ¿Te gusta que te rompan ese culo con una verga como la mía?
    
    No pude responder: estaba tan ocupado sintiendo su verga dura dentro de mi culo que lo único que me preocupaba era que siguiera dándome como de esos martillos con los que rompen las calles. No me importaba nada más. Mientras pensaba eso, Santiago me dio tres nalgadas tan duras que yo pensé que me iba a quedar con las marcas de sus manos hasta el otro semestre. "¡Qué duro pega!", pensé. Luego me hizo acostar boca abajo y me siguió dando. Yo no podía hacer nada: me tenía tan dominado que parecía que yo estaba drogado. Los golpes que daba contra mi culo se hicieron cada vez más sonoros; tanto que ya esperaba yo que estuvieran grabando tanta algarabía los vecinos (porque la gente es chismosa, seguramente porque no les dan en la casa).
    
    -Me encanta su culo, Felipe. Quiero que me dé más -dijo Santiago casi sin voz- Quiero abrírselo todos los días hasta que le quede como un fondo. Cuando terminó de decir eso, sentí que ya no tenía control de mi verga y que parecía que me quedaba como sin aire. Dos corrientazos subieron por mi espalda y como por obligación, solté unos gemidos tan involuntarios que parecía un burro contento: ya sentía un calor natural cerca de mi ombligo. Mi semen ya había salido ...