1. Una vida sin vida: relatos cortos de un gigoló


    Fecha: 15/09/2020, Categorías: No Consentido Autor: Felipe_Valencia, Fuente: CuentoRelatos

    ... sentí como una mirada de deseo. De lujuria. Pensé que sería la comida más fácil en un buen tiempo. Tenía que ser discreto, sin embargo, porque no podía lanzarle a la pulga sin saber lo que pica.
    
    -Y bien, ¿cómo te llamas? Yo soy Felipe, mucho gusto. Y me daba gusto: en serio. Pero era otro gusto el que quería sentir. Un gusto bien grueso que me dejara recordando por qué es que me gustan los hombres. -Santiago. Estudio artes escénicas. ¿Y para dónde es que vas? Más que ponerle atención a la pregunta, no podía dejar de mirar esos labios rojos: daban ganas de arrancárselos a mordiscos. ¡Qué goma los hombres!
    
    -Hmm, sí. Voy para el U105. ¿Conoces?
    
    -¡Claro! Siempre paso por allí. Pero te acompaño si después me acompañas a tomar un café.
    
    -¡Obvio! Antes es poco por el favor que me estás haciendo.
    
    Todo salía muy bien, pensé. Yo sentía que era un hombre simpático que sabía lo que quería. Un hombre a toda regla. "Rico que me des a tomar algo más", me dije. Esa respuesta que le di me dejó ver en él una mirada de complicidad. Una mirada a la cual ya estaba acostumbrado. Supe, entonces, que no tendría que esperar mucho más para poder sentir esa verga dentro de mi culo.
    
    -¿Sabes? ¿Qué tal si nos tomamos el café primero? Igual, tengo que esperar como tres horas para mi siguiente clase -le dije con esas ganas de acabar con eso de una buena vez.
    
    -¿Ahh, entonces tienes tanto tiempo? -me dijo al instante- Entonces, vamos a mi casa que allá tengo un café muy bueno. Vivo a tres ...
    ... cuadras de aquí.
    
    No tuve que decir nada más. Creo que, si Soni hubiera estado ahí, ya me habría dicho hasta de qué me iba a morir (debo dejar de ser tan obvio con mi forma de mirar). Lo acompañé hasta su casa: era muy bonita. Tenía muchos cuadros colgados en sus paredes y en su aire se sentía una buena vibra a sexo.
    
    -¿Te gusta mi casa? Pues sé que te va a gustar más esto -y se me viene a cogerme el culo con esas manos varoniles. Me agarra duro y me muerde el cuello. Me tira al sofá de su sala de estar y me quita la camisa rápidamente. -Creo que el café queda para después, ¿verdad? -me dice jadeante- Ahora lo que quiero es abrirte ese culo con mi verga. Cuando me dijo eso, me saltó al pecho y me empezó a lamer mis tetillas como si fueran dos caramelos. Tenía una lengua fuerte y ancha: con solo verla me dije "¿qué tal se sentirá cuando me lama el culo?" Me recorrió un corrientazo en toda la espalda: el tipo sabía cómo hacía sus cosas porque me cogió y me volteó de una boca abajo. Luego me abrió las piernas y me abrió las nalgas con las manos.
    
    -¡Qué delicia comérmele ese culito lampiño, Felipe! Mira lo que te tengo para hundírtelo -en ese momento se quita la pretina del pantalón y se lo baja con fuerza. Lo que vi superó todas mis expectativas: una verga cabezona, gruesa y se le veía la vena que le llenaba de sangre ese pedazo de carne. Tenía unas bolas como pelotas de tenis y con vello bajito, como esa barba que tenía. Me volteé inmediatamente para mandarme esa vergota ...