1. Carla, el volcán sexual


    Fecha: 13/09/2020, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Me llamo Rakenaar (es mi sobrenombre, claro), soy un chico. Tenía 18 años cuando fue el que hasta momento, el mejor polvo de mi vida. Todo comenzó una fría mañana de Abril, cuando estaba esperando como todos los días el bus para ir al instituto. Vivía en un pequeño pueblo; la parada del autobús estaba en la carretera general, solitaria en medio del monte, y justo un poco más adelante estaba el desvío de la carretera general que iba al pueblo, que estaba a un kilómetro. Faltaban unos minutos para que llegara el bus, cuando a lo lejos divisé una silueta femenina. Cuando estaba más cerca, vi que se trataba de Carla, una chica a la que conocía "de vista" del instituto, ya que iba en otra clase. Me sorprendió, ya que nunca cogía el autobús aquí sino en las afueras de la ciudad, donde me habían dicho que andaba su casa por allí.
    
    Carla tenía también 18. Medía un poco menos que yo, tenía una larga melena morena rizada, ojos verdes y unas curvas... que ni el circuito de Suzuka: culo redondeado, caderas explosivas, piernas largas... y un buen par de tetas bastante grandes. Resumiendo, un auténtico bombón que aún encima me había enterado días atrás que cortara con su novio. Me saludó, la saludé.
    
    Ella a mí me conocía nada o casi nada; nos habían presentado hace mucho tiempo unos amigos; pero fijo que ya ni se acordaba. Le pregunté que porqué cogía el bus aquí, por hablar de algo. Me respondió muy amablemente que se iba a quedar cuatro días en casa de su abuela (me señaló a ...
    ... distancia cuál era: estaba en el pueblo) ya que sus padres estaban de viaje. Aproveché la situación y le dije: ‘¿Ves aquella?. Es la mía.’
    
    Pasaron dos días, y al tercero vino lo ‘bueno’. Ya había notado los días anteriores en la parada que me había estado echando alguna que otra miradita mientras esperábamos el bus (yo a ella también; lógico, con lo buena que estaba...). Pero el tercer día, aunque era por la mañana, hacía bastante calor. Apareció Carlita con su melena suelta. Llevaba un top rojo impresionante, muy ceñido al cuerpo, dejando al descubierto su precioso ombligo con piercing; y una minifalda que dejaba al descubierto sus bellas y largas piernas. Miré casualmente hacia ella y mi sorpresa fue ver dibujados los pezones de sus tetas en su top. Me quedé como unos 3 segundos mirándolos, no me los imaginaba tan grandes; sus tetas si lo eran pero nunca habría pensado que sus pezones lo fueran tanto.
    
    Ella se debió dar cuenta de ello, ya que un instante más tarde se puso una sudadera que llevaba en la mano; y disimuladamente se la puso. No le di mucha importancia al asunto, aunque lo cierto es que siempre podemos haber visto chicas que a veces se les erizan un poquito los pezones y se les notan algo; pero lo de Carla era demasiado... aún encima los tenía enormes. ‘Ojalá me liara con ella’ pensé.
    
    Por la tarde, yo estaba tranquilamente en casa estudiando. Mis padres estaban trabajando y tenía la casa vacía, sólo para mí. A lo lejos, por la ventana; apareció Carla. Llevaba el ...
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