1. La ventana indiscreta


    Fecha: 01/09/2020, Categorías: Hetero Autor: waldo1992, Fuente: RelatosEróticos

    ... sus piernas. Era mamá, de tres niños, pero su figura parecía no haber sufrido mucho por ello. Esos gemelos, esos muslos bien formados me encantaban. Siempre había tenido debilidad por las chicas deportistas y ahora mi vecina me ofrecía un espectáculo que ni en mis mejores fantasías. Las zapatillas de piscina me hizo intuir que quizá había sido nadadora, o waterpolista, o ambas cosas (bueno, la estampación del logo delClub Natació Sant Andreu en su espalda también fue una pista determinante, pero mira por donde no me había ni fijado). Ese par de robustas columnas monumentales estaban coronadas por unas braguitas culote de color rojo con una simpática estampación de Betty Boo en una de sus lados. Sonreí al mismo tiempo que notaba mi polla crecer bajo el pantalón. Me estaba despejando de golpe y asistía a un espectáculo que prometía.
    
    Tanto trabajo provocó lo imaginable: el calor la atormentaba y “no le quedó más remedio” que hacer un arreglillo con su camiseta. Y lo mejor no fue eso, sino que lo hizo mirando frente a la ventana. Se rasgó la camiseta por delante, a la altura de sus espectaculares pechos que recibieron algo de libertad por unos instantes. Ese escote me dejó medio mareado. Por un momento me imaginé sumergido entre esos maravillosos globos. Las gotitas de sudor mezcladas con las del agua que salpicaba de la pared los hacían relucir bajo la luz de la lámpara de la habitación.
    
    Para más inri se subió la camiseta y se la anudó justo por debajo de sus mamas. Eso ya ...
    ... me remató del todo. Esas piernas fuertes, musculadas, la braguita roja que escondía su sexo que se intuía muy apetecible, su cintura y la camiseta que apenas cubría sus pectorales me dejaron exhausto por un instante. Llevaba el pelo recogido en una coleta y su rostro mostraba una extraña sonrisa… como si supera que era observada. Entonces me tumbé en la cama, como si me sintiera descubierto por ella. Pero no, era imposible, con la luz apagada no podía verme. Más tarde descubrí que si te dejas la luz del pasillo abierta y el marco de la puerta queda justo detrás de ti tu silueta se ve perfectamente desde el piso del frente.
    
    Poco a poco me incorporé y vi que había vuelto al trabajo. Como no llegaba al techo se había subido en una escalera de esas de tres peldaños, con una pierna apoyada en el más alto y otra en el primero, medio de perfil. En esa posición pude observar sus músculos en plena acción, sus piernas poderosas, sus pechos rebotando cada vez que intentaba alcanzar la parte más alta; Con la mano se secaba el sudor y el agua acumulada en su rostro. La camiseta, cada vez más empapada por la humedad mostraba el sujetador campeón capaz de aguantar semejante peso y de albergar dos tesoros tan apetecibles y, al mismo tiempo, prohibidos para mí.
    
    Con la boca abierta, el pantalón bajado y mi polla bien dura en la mano observé cómo se bajaba de la escalera y se iba de la habitación. Volvió al minuto con una cerveza en la mano. Le dio un buen trago y sonrió de satisfacción. ...
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