1. La ventana indiscreta


    Fecha: 01/09/2020, Categorías: Hetero Autor: waldo1992, Fuente: RelatosEróticos

    Me desperté de la siesta, como siempre, con la sensación de haber dormido poco. Mi nuevo horario de jornada completa hacía que tuviera que madrugar mucho y por las tardes estaba muerto. Por suerte descansaba lo suficiente como para no tener que ir a la cama muy temprano y así poder gozar un poco de mi vecina. Sí, sí, de mi vecina. Ahora os contaré el porqué.
    
    Al principio fue una simple casualidad, un momento inesperado en el que miras por la ventana de tu cocina con la vista perdida en el horizonte (bueno, el anuncio de Coca-Cola que me tapa las vistas, para ser más concretos), el café en la mano y te encuentras unas tetas increíbles que luchan por escaparse de una apretada camiseta. Tras enfocar la vista pude confirmar que era cierto, era mi vecina de enfrente lavando los platos en su cocina con un garbo inusual y un vaivén de sus pechos que me dejó hipnotizado. Una simple cruzamiento de miradas bastó para que me retirará con el rabo entre las piernas (hablo metafóricamente, porque mi rabo estaba bien lejos de ellas en ese instante). Esos ojazos verdes me turbaron y a partir de ese momento me hipnotizaron.
    
    Los encuentros accidentales se fueron repitiendo y comprobé que el ventanal de mi comedor también daba al suyo, así como una de las habitaciones. Cuando volvía por las tardes, al irse a dormir o por las mañanas de fin de semana la observaba como se paseaba por su casa sin advertir que era observada… o eso creía yo.
    
    Tras despejarme un poco en el baño volví al ...
    ... comedor y observé que pasaba por el suyo de punta a punta, en chándal y con una camiseta que, para variar, me ofrecía un perfil de su cuerpo muy insinuador. Era evidente que la chica había sido deportista. Tenía unas buenas espaldas (quizá de gimnasta) y recordaba haber visto sus piernas una vez en pantalón corto, y su gemelo grande y robusto me lo confirmaba.
    
    Como quien no quiere la cosa me senté en el sofá que da justo a la cristalera y tuve una visión privilegiada de sus ir y venir. Parecía que se preparaba para algo. De pronto dejó de pasar y pensé “Vaya, se terminó el espectáculo”, con lo que me dirigí a mi habitación a por un libro para leer un rato. Entre a oscuras ya que sabía perfectamente dónde estaba y entonces la volví a ver, en la habitación que compartíamos visión. Veía toda la pared desnuda. Parecía que iba como a pintar o algo así. Buena iluminación, muebles tapados con sábanas y… allí estaba ella. Con un pequeño cubo se dispuso a humedecer la pared. Yo, en mi más absoluta clandestinidad me acerqué a la venta, no demasiado para no ser visto. Me senté en la cama y comprobé que podía ver sin problemas lo que allí iba a suceder. Casi sin darme cuenta ya me estaba tocando por encima de mi pantalón de pijama.
    
    Con la música a tope (la oía perfectamente desde mi casa) escuchando temas bastante moviditos siguió con su tarea durante unos minutos. Tras unos instantes la chica tuvo calor y se despojó de su chándal… ¡¡Dios¡¡ Aquello se ponía bien: Quedé impresionado con ...
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