1. CALZONCILLO BLANCO (Parte 1)


    Fecha: 03/08/2020, Categorías: Fetichismo Autor: ProfeRicardo, Fuente: SexoSinTabues

    ... y continuaba con su frase –Nooo, eso no se hace bebé– ¿Cómo olvidarlo? Eran casi las 10 de la mañana, y ahí estaba yo, un niño gordito de 9 años, en la cama matrimonial de mis padres, apenas vistiendo mi pijama, arrodillado e inclinado, chupándole la verga gorda, dura y babosa de mi padre, un señor de 47 años, con su calzoncillo blanco ya a la altura de sus muslos, totalmente entregado al placer del incesto. Por ratos, él daba señales de arrepentirse pues ponía su mano en mi frente, como queriendo alejarme pero casi de inmediato terminaba acariciando nuevamente mis cabellos, y hasta me los jalaba hacia arriba para observar muy bien hasta donde le entraba su verga gordísima en mi boquita –Eso no se hace bebé– seguía diciéndome, y por supuesto que su verga no me entraba toda, sólo hasta la mitad y un poquito más. Entonces, en un movimiento brusco, él se sentó, me jaló y me echó boca abajo ahí mismo en la cama. Mientras me jaloneó mi pantaloncito de pijama, me daba pequeñas nalgadas y entonces se montó encima de mí. Empezó a hacer movimientos encima de mí, como si estuviera haciendo el amor conmigo, sentía su verga dura abrirse paso entre mis nalgas, aun sin penetrarme. Pesaba mucho mi papá, pero eso no le importó e incluso comenzó a gritarme -¿Qué? ¿Quieres que te cache? ¿Ahhh? ¿Quieres que te la empuje? ¿Te gusta la pinga, bebé? ¿Ahhh?– Se descontroló por completo y me sentí culpable, pero a pesar de eso, lo disfruté completamente, pues me sentí poseído por mi primer gran ...
    ... amor, mi propio padre. Se comportaba como loco, su movimiento de caderas era frenético; insisto, aunque no me penetraba, rosaba bruscamente la raja de mi culito. Qué viejo para más mañoso resulto ser él y que hijo para más putito yo, también. En un instante, yo gemí de dolor porque pesaba bastante y no me dejaba respirar bien. Entonces se incorporó, se arrodilló detrás de mí, me jaló y me levantó de la cintura, seguramente para apreciar con más detalle mi agujerito anal. Escuché que se calmó un poco pero seguía respirando fuertemente mientras amasaba mis nalgas redonditas, y acariciaba mi huequito. Inmediatamente, volvió a hacerlo pero esta vez sentí su dedo mojado, incluso yo escuchaba que se mojaba el dedo y luego sentía que intentaba introducirlo en mi anito. Así estuvimos un buen rato, él, detrás de mí y yo en esa posición, con mi carita pegada al colchón y mi culo bien levantado a su disposición. Me escupía profusamente y seguía maniobrando sus dedos en mis culito, a lo que yo gemía y también me quejaba de dolor –Au, papi– Entonces él reaccionó, y supongo que comprendería que me haría mucho daño si probaba penetrarme con esa tremenda verga que tenía, así que me dijo –Ya bebé, no te muevas– Inmediatamente, sin voltear a verlo, escuché que empezó a masturbarse con mucha rapidez y desesperación, y en menos de un par de minutos terminó echándome su leche en mi espalda y mis nalgas –Ahhh, ya bebé…. Ufff… ¡Ahhh que rico!– terminó gritando de placer, tan fuerte que hasta pensé que ...
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