1. Alicia 16/25


    Fecha: 27/07/2020, Categorías: Hetero Autor: evloguer, Fuente: SexoSinTabues

    ... aunque hace un ratito había temblado más fuerte. Alicia dijo que ella había gozado pero que su amiga había recibido placer por ambos huequitos, que no era justo. La escuchaba mientras mi dedo enjabonado estaba entrando en su colita y mi lengua buscaba darle placer por adelante. Esa carita, esa voz suplicante, esa mirada dulce, me convencieron para darla vuelta contra la pared y morder un poco esos glúteos pequeñitos, preparar con la lengua la entrada posterior para el visitante que había vuelto de la muerte. Ese culito era más chiquito que el visitado recientemente, pero era el de mi reina, era el único que merecía todas mis atenciones. Como estábamos enjabonados, entrar en su anito no fue tan difícil como otras veces, mis dedos se desesperaban en su tajito pero llevarla a la cima se demoraba, también tardaba mi eyaculación ya que no estábamos repuestos aún. Era mejor ya que permaneceríamos más tiempo juntitos, cada vez lograba entrarle mas profundamente por detrás y cuando sentí que comenzaba a vibrar le dí la estocada que enterró toda la carne en su culito, la abrazaba con desesperación mientras mis chorros le lavaban la tripita. La saqué del baño llevándola alzada y apenas envuelta con una toalla, nos cruzamos con las dos que venían tomadas de la mano a usar el baño y nuestras miradas no sabían si reprochar al otro o justificar lo que estaba a la vista. Por la noche, llevando la amiga a su casa le pregunté si le había hecho doler, que estaba entusiasmado por su ...
    ... obligado silencio y le bombeé el trasero con mucha desesperación, pero su carita sonriente me dió a entender que estaba todo bien. Alicia le apretaba el brazo como indicando que ella también me había recibido en su culito, que ella era la única dueña de ese mástil de carne, que solamente prestaba transitoriamente a su esclavo para sentirse magnánima con las amigas, tenía razón: yo le pertenecía. Cuando volvimos a casa sonaba el teléfono: era Margarita desesperada que tenía un examen mañana y conocía mi especialidad para las matemáticas, el padre andaba ocupado y ya no tenía tiempo para un profesor particular. Le tuve que dar la dirección y decirle que no habría problemas, que la esperaba en un rato. Nos cruzamos una mirada cómplice con mi hija mientras le comentaba a la madre que esperábamos visitas, que ordenase un poco la casa antes de retirarse a dormir. Al poco tiempo suena el timbre, era ella con un montón de carpetas bajo el brazo. El chofer aguardaba vigilando que ingrese a la casa y de paso le ordenase a qué hora volver, lo despidió agitando la mano y diciéndole que volvería sola, que le dejaba libre el resto del día. Traía un vestido que si bien era de un delgado tejido parecía valer más que muchos sueldos míos, se había puesto un perfume que dejaba su estela por toda la casa, parecía una mujercita mayor. Se acercó mi nena para saludarla, algo tímida por el despliegue de riqueza de la otra, pero a las tres palabras ya estaban a los abrazos como grandes amigas. Perdió su ...