1. Una profecía auto cumplida


    Fecha: 26/07/2020, Categorías: Hetero Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... sus colegas veteranos, y hasta hace no mucho tiempo, vivían la vida loca.
    
    — Sí, pero no tengo.
    
    — Yo sí. — dijo él.
    
    Emilia llevaba un short corto, y notó cómo Santiago miraba subrepticiamente sus piernas. Un escalofrío recorrió su espalda. Su instinto le decía que ese instante podría marcar un antes y un después en su vida. Le vino la imagen de Carlos a su mente, pero la apartó. ¿por qué debería sentirse culpable por fumar un porro con un colega? ¿Acaso no era lo suficientemente madura como para poner límites cuando fueran necesarios? Claro que lo era.
    
    — Bueno, prendelo. — le dijo.
    
    — No, acá no, pueden vernos algunos de los viejos. Ya sabés como son los profesores Latrichiano y Beiró.
    
    Emilia se puso en alerta. Si Santiago le proponía fumar en su cuarto, lo rechazaría.
    
    — ¿Conociste el campito de golf?
    
    — No, no fui todavía. — Dijo ella.
    
    — Vamos.
    
    El campo estaba detrás de la casa. Formaba parte de la misma propiedad. Caminaron con la luz de la luna y algunos ruidos lejanos como únicos testigos. No hablaron durante el corto trayecto, sin embargo, el silencio no fue en absoluto incómodo.
    
    — Bueno, ahora no se ve nada, pero de día es muy lindo. — dijo él cuando llegaron.
    
    — Me imagino.
    
    Santiago sacó el faso del bolsillo, y lo prendió con el encendedor. Se sentaron sobre el pasto, con los ojos perdidos en la nada, como si hubiese algo muy interesante en la negrura. Él se puso el porro en la boca y después largó el humo denso.
    
    — ¿Tenés novia? — ...
    ... le preguntó ella, sin saber por qué lo hizo, mientras agarraba el faso que le pasaba Santiago. Él sonrió. Los dientes eran más blancos que nunca en la semipenumbra. Era una sonrisa canchera, relajada.
    
    — Sí — le respondió.
    
    Ella estuvo a punto de preguntarle si su novia no estaba molesta por haber viajado sin ella, pero no lo hizo.
    
    — Y vos me imagino que también.
    
    — ¿Y por qué imaginás eso?
    
    — No sé, en realidad no importa. — Cortó Santiago.
    
    — Mi novio tiene miedo de que lo engañe. — confesó ella, de la nada.
    
    — ¿No confía en vos?
    
    — No se trata de mí, Carlos es muy inseguro, y celoso. Yo nunca lo engañé.
    
    — La infidelidad no existe, y los celos tampoco. Las personas tenemos miedo de saber que los seres que amamos pueden llegar a compartir algo tan íntimo como el sexo con otra persona. Eso es porque tememos perder al otro. Pero el sexo sólo es sexo.
    
    Emilia dio una pitada al porro. Quedó pensativa. Si esa misma noche engañaba a su novio ¿Qué diferencia habría? Si le era fiel, igual la haría sentirse culpable por cosas insignificantes. Culpable por sonreírle a un conocido, culpable por salir con sus amigas, culpable por no contestarle un mensaje a las doce de la noche… Lo peor era que Carlos no se enojaba con ella, ni siquiera le recriminaba nada. Sólo se limitaba a poner esa cara de pobrecito, como diciendo “por favor, no me traiciones”.
    
    Le devolvió el porro a Santiago. En alguna parte brillaba una luciérnaga. Los dedos se apoyaron sobre su rodilla. ...