1. Encuentros sexuales capítulo 2


    Fecha: 24/07/2020, Categorías: Intercambios Autor: Crystal69, Fuente: SexoSinTabues

    ... cejas—. ¿Por qué estás excitada? —No… no lo sé —suspiré. Mamá puso los ojos en blanco, y para mi sorpresa, dejó a Lucy seguir jugando con mi entrada. Así pues, mi hermana se encargó de dejarme limpia. Mamá fue su guía en todo momento. —¿Ves que ahora luce más bonita la vagina de tu hermana? —Sí. Se parece a la de un bebé, aunque está… un poco grande. Mamá lanzó una carcajada, y yo, avergonzada, cerré las piernas y me metí al agua. Lucy se me tiró encima con un abrazo de oso. Sentí su piel mojada en contacto con la mía. Era tan tierna, delicada y refinada. Su cuerpo infantil resultó un bálsamo que me dio un toque de blasfemo placer. Me estremecí de miedo al ver que me producía gozo tener a una niña de diez tocándome con su desnudez. Mamá seguía lavando la espalda de Lucy y le restregaba jabón con sus manos. También le lavó el pelo y después le pidió que se parara. Lucy lo hizo. Su vagina, cerrada y diminuta, estaba tan cerca de mí, que tuve que agarrarme la mano antes de tocarla. Vi que mamá le lavaba las nalgas a la pequeña mientras esta mantenía una cara neutral. La verdad era que mamá era la mujer más maternal que habíamos conocido. Estábamos acostumbradas a que nos tocara. Admito que a veces me daba cosquillas cuando sus manos me depilaban, pero era raro que me sintiera con deseos sexuales. —Bueno, no tarden, niñas. Alba salió de baño envuelta nada más con una toalla. Lucy se colocó entre mis piernas, de espaldas a mí. De esa forma, mis pechos estaban en contacto directo ...
    ... con la piel de su espalda y mi vagina, con sus nalgas. —¿Crees que mamá es vieja? —me preguntó, echando su cabeza hacia atrás. Moví mis manos para, delicadamente, cerrarlas alrededor de su vientre. Tenía la piel calientita y su pelo, cerca de mi nariz, olía delicioso. —¿Por qué lo dices? —Porque mientras la peinaba, le vi una cana. Dijo que se estaba haciendo vieja. —Mamá es una mujer madura —abracé a Lucy con fuerza. Estaba cediendo a su piel de porcelana. Ella no pareció darse cuenta de que me gustaba tenerla tan próxima. —Mmm. No quiero que se ponga vieja. —Descuida —comencé a darle muchos besitos en el cuello y la atraje más hacia mí. De repente se levantó. Creí que se había molestado. Sus nalgas quedaron frente a mi boca y, traviesa, las mordí cerca de la línea que las dividía. —¡Hey! —rio Lucy y me golpeó la cara con su trasero. Después tomó una toalla y salió bromeando con su muñeca. Aquello me había dejado con demasiado calor. Cerré la puerta del baño. Me sequé perfectamente y abrí la gaveta. Allí había dos consoladores. Uno, el más grande, era de mamá. El pequeño era mío. Lo lubriqué, y sentándome en la taza, abrí las piernas y me introduje el juguete hasta el fondo de mi útero. No resistí más. Tenía que sacarlo de mí lo más rápido que pudiera. Pensé en los pechos de mamá, en las nalgas de Lucy y en su boca de fresa. Imaginé a ambas lamiéndome y sus dedos penetrando mis orificios repetidas veces hasta que un orgasmo empapado y morboso se apoderó de mí. Luego, vino la ...
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