1. Echarse un fría (pero no cerveza)


    Fecha: 09/07/2020, Categorías: Hetero Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues

    ... cuento viejo. Lo in era que ya se habían pasado de la raya, que míster L. nunca había tenido una aventura tan duradera, y que Cindy estaba poniendo en peligro el mismo imperio Unifarma. La muy puta tenía sus artimañas para conquistar el poder y el dinero. Pero no se puede llegar lejos, ni por talento y mucho menos por puta, sin ganarse enemigos de la misma talla. Carol Devia Samaniego - ¿Les suena el nombre, como a Investigation Discovery? -, anterior amante de míster L. y tenaz aspirante a la herencia Unifarma, había reaparecido ese año. Las historias de categoría novelesca acerca de su rivalidad de clase alta eran un deleite en los pasillos. Carol era otra mamasita, aunque de tipo diferente, al menos de ojo. Mientras Cindy era una chica fatal, de esas treintonas que todavía parecen de veinte y que quieres vestirla de colegiala para taladrarla como una sonda petrolífera; Carol era del tipo adorable. Una monita de apariencia debilucha y vocecita de que no rompe un plato. Además, decían; solía ser muy amable. Pero, repito: Al menos de ojo. El viejo míster L. debía tener razones de sobra para haber despreciado, o incluso temido a Carol Devia. Y las razones estaban por salir a flote y volverse irrefutables ante nadie, para siempre, justo allá en la reserva natural de Chicaque, en el paseito de “convivencia”. Qué paradójico, integración para aprender a “convivir”, encuentro de arribistas rivales, y palabras ociosas poéticamente castigadas… Capítulo 3 Se suponía que habría ...
    ... actividades de integración en los prados frente al refugio. Las mamertas psicólogas estaban poniendo postecitos con globos y cartelitos. Los empleados se agrupaban en roscas de acuerdo a sus niveles, operativos, de servicios, ejecutivos… en fin. Pero había una rosquita más: La de los proactivos, que aunque no tenían que estar haciendo nada justo en ese momento, estaban supervisando. Entre ellas, sobra decirlo; Cindy. Durante el viaje venía con falda deportiva rosa, chaqueta de sudadera y gorra blancas. Estaba riquísima. Pero el viaje había sido particularmente duro y estresante por los embotellamientos en Soacha, y Cindy fue una de las neuróticas que se bajó directo a ducharse y cambiarse de ropa. La vi llegar a donde hacían los preparativos las de psicología, trotando y saludando a viva voz desde lo lejos. Era una insoportable centro-de-atención. Pero mamasita rica, de todas maneras. Se había puesto un bicicletero azul y camiseta esqueleto blanca. Cabello en coleta y gorra azul de florecitas tenues. La pantaloneta de gimnasio era de marca, brillante y de material fino. Ese culo, qué tentación, qué ganas de dejarse llevar por el descontrol, de permitirle a la lujuria apoderarse del cerebro… - Que vaya al refugio, lo buscan. ¿si ve que nos trajeron fue para trabajar? - me dijo uno de mis compañeros esclavos. Fui a la recepción y me encontré con el propio míster L. Hizo memoria y pronunció mi nombre con duda. - Sí señor – confirmé. - no se ofenda, pero ¿Usted sabe abrir un candado? - ...
«1234...10»