1. Echarse un fría (pero no cerveza)


    Fecha: 09/07/2020, Categorías: Hetero Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues

    ... sonrió el ario y canoso bigotón. - puedo intentarlo, ni más faltaba – fue mi respuesta más inteligente. Al cabo de un minuto, míster L. me había llevado a una de las habitaciones. Me señaló un morral cerrado con candado y me pidió que lo abriera. “Como afeminado el morral para míster L.” pensé. - La llave se la ha llevado un duende – dijo, pretendiendo ser gracioso – Apúrese, por favor – agregó. De pronto sonaron unos pasos acercándose a prisa sobre el tablado. Sonó la voz de Cindy: - Carlos… ah ¡ya lo van a abrir! Bueno… ¡vamos! - Ya va, ya va, dale siquiera un minuto que… - No, vamos ya que te están esperando para empezar. Luego noté que se le acercó más para hablarle sin que yo oyera: - Vamos, déjalo, yo lo he dejado muchas veces solo y nunca se ha perdido nada- volvió a hablar normalmente – ¡vaaaamoos! - 0K, ¡lo esperamos abajo! - le dijo míster L. a mi nuca. Se fueron. Abrí el candado sin mucho problema, me incorporé y cuando iba a salir… “mierda”, pensé. El muy pícaro de míster L. planeaba quedarse con Cindy: La faldita rosa y la gorra blanca estaban en una sillita en el baño, y yo las había visto con lo último del ojo. Uff… ¿estarán los cucos también? Se me encendió todo. Claro que debían estar… a menos claro que la muy puta viniera en el bus sin calzones. Woooow, con esa rajita al aire, bajo esa falda… perfumando todo… “mierda” pensé otra vez. Se me estaba saliendo el animal. No tardaría mucho… solo ir a buscar esos cucos y pegarles una olidita… Entré al baño. ...
    ... Agarré la faldita de tenista y la palpé muy excitado. La olfateé como perro. Olía a su pefume, a ropa lavada y, sobre todo, a mujer. El monstruo en mí ya había emergido totalmente. Mientras me restregaba el reverso de la falda en la cara, sentí un cambio en el peso de la prenda. Los calzones blancos estaban enredados en ella y de repente cayeron. Quedé petrificado ante el descubrimiento, con la faldita en las manos a pocos centímetros de mi cara, hincado, mirando el glorioso trofeo ahí en el tapete. Los cucos de Cindy Paola, sucios… me arrodillé con una lentitud onírica y los agarré como quien ha encontrado la piedra filosofal. Los extendí delante de mi cabeza. Eran unos cacheteros blancos con encaje. Primero deleité la vista. Los revisé hasta conocerlos muy bien por fuera y por dentro. Después los exploré con el tacto. Esperaba hallar algo especialmente húmedo en el parche de algodón que tenía el glorioso trabajo de cubrir la vagina de Cindy. Pero no había nada especial allí al tacto. Sin embargo, para el olfato y para el gusto… Uff. El olor de la cuca de Cindy estaba ahí impregnado para mí, y el sabor apenas perceptible a sudorcito. De repente me ví ahí comiendo esos calzones y desenfundándome la… alguien entró. Capítulo 4 Con un reflejo que un gato envidiaría, me incorporé y oculté. Pero me sorprendí de que la persona que había entrado, estaba siendo más sigilosa que yo. Me asomé. Nada menos que Carol. Inconfundible aún de espaldas. Estaba agarrando la maleta cuyo candado yo ...
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