1. Me cepillé a mi tía


    Fecha: 05/07/2020, Categorías: Anal Autor: katherin, Fuente: CuentoRelatos

    ... me corría, mi espeso esperma se mezclaba con el agua que caía de la ducha yendo a parar al desagüe.
    
    Salí de la ducha secándome con rapidez. Me vestí con una camiseta y un chándal de mi tío que, amablemente, me había dejado Olga. Abandoné el baño y me dirigí a la cocina al escuchar a mi tía y a Amparo canturrear. Ambas estaban preparando la cena.
    
    —¿Ya te duchaste? Así me gusta, que me hagas caso. Seguro que dormirás como un lirón —me dijo Olga lanzando una fuerte risotada.
    
    —Bueno tampoco creáis que estoy tan cansado. Después de cenar podemos ver un rato la tele…. Por cierto, ¿qué hay de cena? Estoy realmente hambriento.
    
    —Estamos preparando algo ligerito, unos filetes empanados y una ensalada, —respondió mi prima Amparo— ¿Está bien para el señor? —me provocó guiñándome un ojo.
    
    —Bien, está perfecto. La verdad es que no tengo muchas manías con la comida. Además, no es de buena educación despreciar la comida.
    
    Cenamos en media hora, tras lo cual Olga les dijo a Claudia y a Javi que ya era hora de irse a dormir. Ambos regruñeron diciendo que querían quedarse un rato más pero mi tía con mirada imperativa les obligó a despedirse. Al día siguiente debían madrugar. Nos quedamos los tres viendo la televisión. Ambas se habían cambiado tras la cena y vestían con un camisón y una bata por encima. Al estar sentadas ambas batas se subían de manera descuidada dejando ver parte de sus bonitas piernas. Mientras hablábamos aprovechaba para lanzar fugaces miradas a los muslos de ...
    ... Olga y de Amparo. Noté cómo mi entrepierna volvía a encabritarse sin remedio por lo cual cogí una almohada y la coloqué sobre mi vientre a fin de tapar mi creciente excitación.
    
    A la una mi tía dijo que estaba cansada y que se iba a dormir. Yo asentí a sus palabras diciendo que estaba reventado del viaje y que necesitaba descansar. Así pues, cada uno accedimos a nuestros respectivos dormitorios. Me acosté y a los pocos segundos me dormí como un bendito.
    
    Tres días más tarde empecé a trabajar asignándome en la empresa una compañía de telemarketing la cual no estaba demasiado lejos de la casa de mis tíos. Podía ir en transporte público y todo el mundo era gente joven así pues todos los días alegraba la vista y otra cosa con las preciosidades que pasaban delante de mí.
    
    Al mes de llegar a Valencia sucedió lo que tarde o temprano debía suceder. Aquella semana me tocaba turno de noche así que llegué a casa un martes a las nueve de la mañana. Mis primos se habían ido ya, los pequeños al colegio y Amparo a la universidad.
    
    Me encontré a mi tía en la cocina desayunando y mostrando una cara de pocos amigos.
    
    —Olga, ¿qué te pasa? ¿Te encuentras bien? —me acerqué a ella tratando de consolarla.
    
    —Es el cabrón de tu tío. Esta noche tenía ganas de que me hiciera el amor y sin embargo el muy idiota se ha vuelto de espaldas dejándome sentada en la cama con cara de estúpida.
    
    Se puso a llorar como una Magdalena lanzándose en mis brazos en busca de cariño y consuelo. Se abrazó a ...
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