1. Con el maduro de la tienda...


    Fecha: 30/06/2020, Categorías: Gays Sexo con Maduras Autor: renovatio111, Fuente: xHamster

    ... que formaba un pequeño entrante, y el comiquero me empujó suave pero firmemente hacia allí, dejándome de espaldas a la pared. Colocó sus manos en el muro, apoyándose de manera que todo su cuerpo quedaba inclinado sobre mí, casi cubriéndome, y comenzó a besarme. Sí, joder, sí, cómo me gusta esto, un macho fibrado vestido de traje acorrala mi pequeño cuerpo empapándome con su penetrante olor. Con movimiento firme pero sin brusquedad (característico de él), colocó diestramente sus labios entre los míos e hizo palanca con ellos para abrirme la boca al máximo, mientras empujaba levemente con su cabeza para asegurar su dominio y poder meterme la lengua hasta el fondo de la garganta. Aun teniendo la pared detrás no me sentía incómodo, pues su calor eclipsaba toda sensación de arrinconamiento.Nuestro calentón se hizo patente para cualquier persona que pasara por allí; era un morreo casi obsceno, y entre bocado y bocado se nos escapaban frases como: "Estoy hasta los huevos de esperar, quiero tenerte ya", "Hazme tuyo tío, aquí mismo, en la puta calle", "¡Cómo me pones cabrón, y cómo me pone tu polla!"…Quedó apoyado con sólo una mano, y llevó la otra a mi culo, mientras yo le magreaba el torso por debajo de la chaqueta. Deslizó la mano hacia arriba buscando el borde del pantalón, y noté cómo sus dedos calientes se introducían hábilmente entre mi slip y mi culo. Empujó hacía sí con esta mano obligándome a juntar mi cintura con la suya, mi polla con la suya, que sentí perfectamente dura a ...
    ... través de la fina tela de su pantalón. Le saqué la camisa por detrás para tocarle directamente la piel; tan sólo rozarla ya me excitaba, y me deleité deslizando mis manos a lo largo de su espalda mientras él me tanteaba el ojete con uno de sus dedos.Dios, cada vez que pasaba alguien por delante el falo me palpitaba con más fuerza, al pensar en cómo se vería desde fuera la escena que ofrecíamos sin pudor a los viandantes. No era sólo el calentón lo que me hacía despreocuparme de lo que pensaran: era un barrio donde no me conocía nadie, y además Mario me inspiraba una gran seguridad, con su arte para llevar adelante la pasión de forma natural y casi inocente.Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, aminoramos nuestro entusiasmo a la vez, y permanecimos quietos mirándonos unos segundos mientras se iba recuperando el ritmo normal de nuestra respiración. Captamos la excitación en nuestros ojos. Pero aún debíamos ser pacientes; una vez hubiésemos cumplido el recado, podríamos entregarnos el uno al otro sin pensar en nada más. Además, por mucho que nos apeteciese follar allí mismo, tampoco somos unos depravados.Mario se apartó del muro y se metió la camisa con cuidado, mientras me dedicaba una sonrisa cómplice. Yo me recoloqué el pantalón y la cazadora, mirándole divertido. Un momento después llegábamos a la puerta del mayorista.Entramos a una sala grande llena de estantes metálicos; se trataba de un almacén de publicaciones, de aspecto industrial y sin más adornos que los pósters ...
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