1. Viaje de placer en el Caribe (CAP. II)


    Fecha: 25/06/2020, Categorías: Confesiones Autor: libelula, Fuente: CuentoRelatos

    ... chico se bajó a hacerlo, pero con picardía metió la lengua por un costado y lamió directamente mi rajita pasando su lengua por entre los labios, que empezaban a abrirse de excitación.
    
    " ¿Te ha gustado muchacho?"
    
    "Mucho doctor, su amiguita blanca sabe muy sabroso".
    
    "Si sigues portándote bien conmigo un día te ofreceré una hembra como esta para que la disfrutes".
    
    "Gracias, sabe que siempre puede contar conmigo"
    
    Seguimos hacia la zona portuaria y encontramos algunas chicas vestidas de forma provocativa. D Mario me explicó se trataba de jineteras en busca de turistas. Mandó parar el coche cerca de una mulata alta, de cuerpo escultural, no tendría más de 20 años, melena larga, vestía un top de color blanco ceñido marcando sus pezones y una falda roja con abertura a un lado, que al andar se abría mostrando una de sus piernas torneadas exhibiendo un muslo perfecto.
    
    "Altagracia" gritó D Mario.
    
    Ella se volvió y al reconocerlo se acercó presurosa a saludar, me presentó como una amiga que estaba de visita. Al contestar a mi saludo descubrí se trataba de una transexual. D Mario subió el top de la chica dejando al descubierto sus tetas, pequeñas pero duras, sus pezones erectos y oscuros. Me ofreció acariciarlas y me estremecí al sentir su piel al contacto con mis manos. Seguidamente llevó mi mano a la abertura de su falda y me topé con su pene en estado de flacidez. Mis caricias reavivaron aquel miembro que empezó a crecer hasta un tamaño considerable, su erección ...
    ... iba en aumento y no pude evitar sacarla al exterior para disfrutar de su visión. ¡Cómo me hubiera gustado disfrutar de aquella maravilla!, pero D Mario se despidió diciéndole que un día la llamaría para que fuera a visitarle.
    
    Seguimos nuestro paseo hasta llegar a un local con luces de neón, un letrero anunciaba Sala de Fiestas. Al abrir la puerta del local, un golpe de aire viciado nos inundó comprobando la atmósfera contaminada de aquel guariche. La estancia que se podía vislumbrar, entre la penumbra y el humo del tabaco, parecía amplia. Aquello olía a humanidad, tabaco, alcohol, sexo. Lo más iluminado era una pista de baile, donde se movían con ritmo sensual varias parejas, al lado de un entablado ocupado por cinco músicos tocando un ritmo parecido al merengue, D Mario me aclaró se trataba de "perico ripiao", una música más primitiva difícil de escuchar, salvo en locales como aquel de clase humilde. El dueño saludó a D Mario y nos acompañó hasta una mesa junto a la pista de baile, ocupada por dos hombres, les hizo desocuparla, la limpió y nos sentamos. D Mario sacó unos billetes, le dijo algo al oído y se los entregó. Al rato volvió con una botella de ron y tres vasos.
    
    No tardó en aparecer un hombre de unos 50 años, enjuto, fibroso, con rasgos duros en la cara, supongo fruto de una vida de sacrificio y duro trabajo, parecía marinero. Se sentó a mi lado, después de saludar con respeto a D Mario y bebió de un golpe un vaso de ron. Yo estaba ensimismada viendo bailar a las ...