1. Milagros, la gordita


    Fecha: 02/06/2020, Categorías: Sexo Oral Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos

    ... jajaja.
    
    —¿Y quién te ha dicho que quiera volver a hacerlo contigo, eh? Sonríe picara.
    
    —Lo he supuesto por cómo te has corrido.
    
    —Evidentemente que quiero volver a hacerlo contigo. Follas como los dioses y hace mucho que no me daban caña como tú hoy. Así que, sí, quiero volver a hacerlo contigo.
    
    —De acuerdo, le dijo y la ayudó a levantarse del suelo.
    
    —Ahora si no te importa, me daré una ducha. Me has puesto el culo perdido de semen, ¡guarro! Y diciendo esto se reía.
    
    Roberto se quedó mirando su culo mientras se bamboleaba al andar de camino a la ducha.
    
    Se dieron los teléfonos y quedaron para un par de días después.
    
    Roberto estaba ese día en la farmacia despachando, cuando Milagros entró por la puerta. Se dirigió directamente al mostrador e iba a decirle algo a Roberto, cuando el señor Ruiz salió de la trastienda con unas cajas.
    
    Intenta disimular hablando con Roberto.
    
    —¿Y entonces el esparadrapo es mejor de tela o de plástico?
    
    —Yo lo llevaría mejor de tela.
    
    Cuando el señor Ruiz vuelve a la trastienda, Milagros le dice en voz a baja a Roberto que no tiene botas en casa. Cree que tenía unas, pero que debió de perderlas cuando se mudó.
    
    —No te preocupes, le responde en voz baja, te compraré unas.
    
    El día de la cita, Roberto la llevó a una zapatería donde le compró dos pares de botas. Milagros estaba encantada. Fue llegar a casa de Roberto y enseguida estaban desnudándose y ella poniéndose las botas.
    
    Empezaron follando en el sofá. Roberto ...
    ... encima de ella. Milagros con las piernas abiertas y él empujando fuerte. Con el condón estriado. Gemía como un loco mientras su polla entraba y salía del coño de ella, que estaba más lubricado que nunca.
    
    —Roberto, Roberto, joder, que bien me follas, es tu polla y ese condón estriado, joder, sigue así, sigue, sigue, más, más, más.
    
    Milagros tuvo un orgasmo y le clavó las uñas en la espalda. Roberto se corrió después de ella y sacándola, la llevó a su habitación. La puso encima de él y sin quitarse el preservativo, se la volvió a follar. Podía verla en el espejo, de espaldas a él y ver como botaba y botaba. No tenía la polla aún al máximo de su erección, acababa de irse, pero era muy excitante notar cómo el condón un poco arrugado le proporcionaba un placer enorme.
    
    Como cinco minutos después, Milagros tuvo un segundo orgasmo.
    
    —¡Ah, ah, ah! ¡Me corro, Roberto! ¡Eres una bestia! ¡Un animal! ¡No puedo más! ¡Aaaah! ¡Aaaah!
    
    ¡Me corro! ¡Me voyyy!
    
    Milagros seguía botando sobre él, incluso después de haberse corrido. Roberto aguantaba porque hacía poco que se había corrido.
    
    Le metió un dedo en el culo y a Milagros le dolió.
    
    —¡Ay! ¿Qué haces? protestó, pero no estaba enfadada.
    
    —Nada, solo darte un poco más de placer, dijo gimiendo, casi sin respiración.
    
    —Si ya me has dado todo el que tenías, y le besó en la boca, mientras seguía follándosela.
    
    Con el dedo hizo que volviera a correrse y siguió bombeando, más fuerte, más duro, mirándose en el espejo y viendo ...
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