1. Milagros, la gordita


    Fecha: 02/06/2020, Categorías: Sexo Oral Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos

    Milagros está de pie, desnuda frente al espejo. Son las 11 de la mañana de un martes cualquiera.
    
    En su habitación contempla su cuerpo desnudo. No es muy alta, 1,72 o así y está gorda, pesa 85 kilos. A sus 30 años, solo se ha acostado con dos tíos. Fue en la universidad y está segura de que se acostaron con ella solo por el morbo de hacerlo con una gorda. Desde entonces no ha vuelto a tener sexo con nadie.
    
    El espejo de su habitación tampoco es muy alto. Solo llega hasta su pubis, y además tiene una mesilla grande, una coqueta, la llamaba su madre, que oculta sus piernas si el espejo llegara hasta más abajo.
    
    Milagros empieza a tocarse las tetas, las tiene grandes como corresponde a una mujer de su peso. Las coge fuerte como si fuera un hombre el que se las tocase, apretando y soltando, sobándoselas bien. Después de un rato tiene los pezones duros como piedras. Pasa a acariciárselos. Son grandes como las ruedas de una radio antigua, como las que tenían sus abuelos. No sabe porqué le ha venido la imagen de la radio a la cabeza mientras se los toca.
    
    Enseguida nota la humedad en su coño. Baja su mano derecha hasta él y comienza a masturbarse, tocándose sus labios. Pasa su mano por ellos, aun no quiere llegar a su clítoris. Quiere retrasarlo lo más posible.
    
    Después de un rato sus gemidos van en aumento. Está gozando como una loca. Ahora si, roza su clítoris y en unos pocos toques, llega al orgasmo.
    
    Se queda parada, recuperando la respiración, con las manos ...
    ... agarradas a la mesilla, inclinada hacia delante, con sus pechos grandes caídos sobre ella.
    
    Se levanta y no se da cuenta de que ha dejado una mancha de sus fluidos en la mesilla con su mano derecha.
    
    Ya duchada, se viste. Después de desayunar, baja a la farmacia que hay cerca de su casa. Necesita comprar tiritas y bastoncillos y esparadrapo. El esparadrapo casi nunca lo necesita, pero es algo que le gusta tener siempre en casa, no sabe porqué.
    
    Cuando llega a la farmacia ve que el chico es nuevo. En su identificación pone técnico. No es el señor Ruiz, el farmacéutico de siempre, lo que hace que le dé conversación cuando le trae lo que ha pedido.
    
    No sabe porqué, pero cree que es la primera vez en mucho tiempo, que un hombre la ve como una mujer sin importarle su peso.
    
    Cuando vuelve a casa, está tan cachonda que tiene que volver a masturbarse pensando en el chico nuevo de la farmacia. Ha visto cómo su culo se mueve al hacerlo porqué no ha podido estarse quieta frente al espejo. Lo ha hecho en todas las posturas posibles y ha acabado corriéndose como una cerda con la pierna subida a la mesilla.
    
    Ha dejado una mancha en el suelo de su habitación.
    
    Mira el reloj y se da cuenta de lo tarde que es. Casi no tiene tiempo para comer. Sale en pelotas por el pasillo hasta la cocina y allí se pone el sujetador y las bragas. Solo espera que ningún vecino la haya visto desnuda a través de la ventana.
    
    Ha sido un día duro de trabajo y Milagros llega a casa muy cansada. Cena algo ...
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