1. Confesión de un infiel


    Fecha: 22/02/2020, Categorías: Gays Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuerpo y que se relajara. Poco después inició un movimiento de vaivén, despacio y de poco recorrido, pero viendo en su cara que le resultaba molesto, la hice bajarse y ponerse a mi lado.
    
    Mientras yo me masturbaba le dije que no era necesario que follásemos hasta el final, que esperaría a que se repusiera, pero no me dejó hacerlo. Se abalanzó sobre mi polla, obligándome a dejársela libre para dedicarme una gran mamada, puesta a cuatro patas sobre mí.
    
    Al tiempo que me la chupaba, se acariciaba el coño con una mano, hasta que descubrió que mi pie estaba justo bajo su él, bajando su cuerpo lo suficiente como para hacer que mi dedo gordo recorriese su raja al tiempo que realizaba movimientos de cintura.
    
    Dada la gran excitación que llevaba, no tardé en correrme en su boca, sin que ella desperdiciase una gota. Cuando presintió mi corrida, se la metió todo lo que pudo y así recibirla directamente en su garganta.
    
    Cuando terminé, la hice darse la vuelta y, puesta sobre mí, metí la cabeza entre sus piernas y comencé a darle placer con la lengua, mientras ella limpiaba mi polla una y otra vez, en un intento de ponérmela dura de nuevo.
    
    Estuve comiéndole el clítoris y alternando con largas lamidas en los labios de su vagina con auténtica pasión, como si fuese lo último de este mundo. Hacía años que no me llevaba un coño a la boca, y menos tan jugoso como el de Susana, por lo que tuve que sacar todos mis recuerdos para ponerlos en práctica y hacer que disfrutase como una ...
    ... loca con mi lengua.
    
    Fui yo el que la hizo acabar primero en lo que me pareció un intenso orgasmo.
    
    Luego estuvimos acostados juntos, mientras disfrutábamos de la agradable sensación de relax tras los orgasmos.
    
    Cuando volví a mi casa, mi esposa seguía en la misma situación. La miré al pasar rápidamente ante la puerta del salón, al tiempo que le anunciaba que me iba a duchar. Por suerte no levantó la vista y no vio que mi ropa no estaba sudada.
    
    A partir de ese día, me acostumbré a salir todas las tardes a correr-me. Para que pareciese menos sospechoso, le conté que me había encontrado con unos clientes que se reunían todas las tardes en un bar para jugar a las cartas y que me quedaba un rato con ellos. A ella le dio igual, ni siquiera hizo el menor comentario.
    
    Todos los días, llevaba una chaquetilla o un polo, que dejaba en el bar, luego me iba con Susana y la recogía para volver a casa. Con eso me aseguraba que el olor a humanidad, aceites, humos, etc. Propio de estos sitios, que nosotros no solemos notar y que, al llegar a casa, sí que notaba mi mujer.
    
    La siguiente semana la pasamos haciendo un 69 cada día. Ella quería que la volviese a penetrar, pero me negué a ello esperando a que estuviese bien cicatrizada.
    
    Al octavo día de nuestra primera cita, le estaba comiendo el coño situado sobre ella, cuando noté que se aproximaba su orgasmo. En ese momento, me detuve, me di la vuelta y me situé entre sus piernas. Ella, viendo lo que pretendía, dijo:
    
    -Oooohhhh. ...