1. Confesión de un infiel


    Fecha: 22/02/2020, Categorías: Gays Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... entregada a mí y a mi comida de coño. Sus gemidos y caricias o presiones sobre mi cabeza me lo confirmaban.
    
    Cuando vi que estaba cerca de su orgasmo, me puse a chupar y golpear su clítoris con mi lengua, mientras ella sujetaba mi cabeza haciendo presión contra su coño para sentir más mis acciones. Sus gemidos llenaron la habitación y debieron llegar hasta el exterior.
    
    De repente, se calló. Levanté la vista para mirarla y vi que estaba con la boca abierta sin emitir sonido. Empezó a mover mi cabeza como haciéndola vibrar y emitió un sonido que sonó más a estertor que a gemido y se corrió en un gran orgasmo.
    
    Cuando se le acabó e inició su relajo, me permitió separarme de ella y lo hice lleno de satisfacción, porque después de las relaciones con mi mujer, negándose el placer y con unos orgasmos no disfrutados plenamente, me hacían sentir mal, como si abusara de ella. Con Susana, sin embargo, me había sentido plenamente satisfecho.
    
    Mientras se relajaba, me puse a su lado, la abracé y le pregunté:
    
    -¿Te ha gustado?
    
    -Sí. Mucho. Ya me dijo mi madre que tenías pinta de ser muy buen amante. –Me respondió, sin darse cuenta de lo que decía.
    
    -¿Tu madre sabe que estamos aquí?
    
    -Estoooo… Buenooo… Sí. –Respondió poniéndose roja.
    
    Conseguí sacarle que fue su madre la que le aconsejó que me sedujese. Por un lado, porque me veía necesitado, por el otro porque sabía lo de su novio y no lo veía con futuro. Le decía que conmigo estaría mejor atendida, y quizá en un futuro, ...
    ... si lo sabía hacer, podría llegar a ser mi esposa.
    
    No le comenté que el día que apareció en mi casa, yo iba decidido a seducir a su madre.
    
    Tras el intercambio de confidencias, comencé a besar su cuello, sus labios y fui acariciando sus muslos sin llegar a su coño. Pensaba que, tras su intenso orgasmo, no se volvería a excitar, pero quería estimularla para que terminase la mamada y dar por finalizada nuestra primera cita.
    
    Me equivoqué. Al poco, se giró hacia mí, quedando ambos frente a frente de costado. Se pegó como una lapa, haciéndome sentir sus duros pezones en mi pecho y pasando su pierna sobre mí para poder frotar su coño contra mi polla.
    
    Me sentí desorientado. No sabía qué hacer. Por un lado, era una muchacha virgen, por otro, tenía algo de experiencia en el placer del sexo. Yo tenía urgencia por follarla, pero tenía que ser suave aunque mi cuerpo pidiese el meterla de golpe.
    
    Hice que se bajase para que volviese a chupármela, y ya estaba dispuesto a terminar así, cuando ella misma se subió sobre mí, con una pierna a cada lado, se situó sobre la polla y fue metiéndosela poco a poco hasta que encontró resistencia, entonces dijo:
    
    -Abrázame
    
    Al tiempo que, en un doble movimiento, se dejaba caer sobre mí y se clavaba la polla hasta el fondo. Yo la abracé conforme fue bajando y en su caída puso sus labios sobre los míos en un primer beso que amortiguó el gemido de ella al perder su virginidad.
    
    Quedó un rato sin moverse, aprovechando yo para acariciar su ...