1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 30)


    Fecha: 24/01/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... baterías secundarias para ir limpiando la zona conforme al patrón de está segunda ecuación.
    
    —Vale, ahora dime las pegas, —dijo por fin Matilda.
    
    —Muchas. Principalmente, que la nave estará muy expuesta a las defensas planetarias y que vamos a consumir energía a mogollón. Lo primero es cosa vuestra, lo segundo es cosa mía, y por supuesto lo solucionaré.
    
    —“Lo solucionaré” —remedó Matilda. Después, dirigiéndose a Ushlas, añadió—. Ahora en serio, toma buena nota de todo para informar a la Princesa, o llévate a está “lista” para que se lo explique.
    
    Hacia veinte días que habían atentado contra ella, y agarrada al brazo de Ramírez, con una acusada cojera, salía por la puerta principal del Palacio Real.
    
    —Estas tenso, Ramírez, —dijo sonriendo—. Los médicos han dicho que pasee.
    
    —Por los jardines del palacio, no por un parque publico lleno de gente.
    
    —Esos cabrones no van a conseguir que me encierre en el palacio. Además, están los escoltas.
    
    Bajaron las escalinatas y se adentraron muy despacio en el parque. Su presencia despertó inmediatamente la expectación de los ciudadanos que se acercaban a saludar a su Princesa mientras sus escoltas vigilaban con discreción. Cuando llegaron al centro de parque, visiblemente cansada se sentó en un banco rodeada de niños que querían darla sus “chuches”. Casi toda la mañana estuvo besando y acariciando niños, se la veía cómoda con ellos. Incluso llegaron los de los informativos y estuvieron retransmitiendo la excursión de la ...
    ... Princesa.
    
    —Serias una buena madre mi señora, —dijo Ramírez cuando regresaban al palacio.
    
    —¡Solo me faltaba también ponerme a parir! —exclamó la Princesa riendo aferrada a su brazo.
    
    —No, mi señora. En serio. Tal vez seria bueno que buscaras otra…
    
    —Ahora en serio, Ramírez, —dijo interrumpiéndole y parándose en seco—. No me interesa más pareja que tú, y no me importa que seas de color rosa.
    
    —Pero conmigo no podrás tener hijos, y la descendencia es importante para los mandorianos.
    
    —Pero para mí no. Yo estaré a tu lado mientras me dejes, —dijo la Princesa acariciándole la mejilla.
    
    —¿Pero que gilipolleces estás diciendo? Yo estaré a tu lado siempre.
    
    —¿Cómo osas hablar de esa manera a tu Princesa? —bromeó Súm—. Además, podemos adoptar algún niño, un circadiano estaría bien.
    
    —¡Si genial! Tu azul, yo rosa y el niño verde. ¡Te cagas! —y después, con expresión triste, añadió—. La guerra te está cambiando, mi amor.
    
    —No me digas eso.
    
    —¿Recuerdas lo que nos dijiste al sargento y a mí antes de la batalla de Karahoz? —Ramírez la abrazó y ante la mirada ausente de Súm, añadió—. Nos hablaste de niños y de escribir cuentos infantiles.
    
    —Cuando todo esto acabe, tal vez… ¿Sabes? No sé, me gustaría que la tripulación del Atlantis embarcara con sus familias, que embarcaran científicos, muchos científicos e irnos a explorar el Sector Oscuro, y olvidarnos de la Federación y de todo.
    
    —Por fin vuelve a aparecer mi Princesa soñadora.
    
    —Si, pero solo son sueños. Cuando ...
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