1. El culo de Mariam


    Fecha: 17/01/2020, Categorías: Anal Primera Vez Sexo en Grupo Autor: roleplaylover2, Fuente: xHamster

    Este es un relato que leí (y releí) a los 18 años, me he puesto nostálgico y lo he buscado.El Culo de MariamAcababa de coger mis vacaciones estivales, mi primera paga extra, y, cansado de pasar mis vacaciones en Sagunto con mis padres, decidí que ya era mayorcito para experimentar unas vacaciones diferentes, un vagabundeo ocioso y divertido, sin destino prefijado a través del país. Había pensado en Cádiz, en la ruta de los pueblos blancos. Permanecer en algún camping y, desde allí, realizar diferentes excursiones. Estaba realmente eufórico por mis expectativas: todo me resultaba tan excitante y nuevo..., disponer de mi propio dinero, decidir sobre la marcha los cambios que me apetecieran, conocer nuevos lugares, quizás nuevas gentes... Y digo quizás porque soy una persona bastante tímida y no me resulta fácil relacionarme, así que no contaba demasiado con hacer nuevas amistades.Subí al tren y busqué mi compartimento. Lo encontré rápidamente y, dejando mis cosas, salí al pasillo del tren a mirar por la ventanilla a la espera de que el tren comenzara su bamboleante viaje. En el pasillo, que estaba atestado de gente, divisé casi al final una cabecita rubia con graciosas trenzas. Era una muchacha de unos 20 años a la que no le ví la cara. Sólo pude ver, sobre las cabezas del resto de los pasajeros, que transportaba una pesada mochila gris y llevaba los morenos hombros desnudos. En aquel momento no le presté mayor atención. Era una de las decenas de pasajeros anónimos que iban en ...
    ... mi vagón.Poco después, con el tren ya en marcha, tras haber estado en mi litera hojeando una revista comprada en el puesto de periódicos de la estación, decidí salir al pasillo del vagón a estirar las piernas. Eran las 12 :00 de la noche y mucha gente estaba ya acostada en sus literas intentando conciliar el sueño en sus incómodas literas.Estiré las piernas en el pasillo y me apoyé para mirar a través de la ventanilla el paisaje nocturno desde el tren. Estaba adormeciéndome por el rítmico traqueteo cuando miré hacia mi izquierda, al fondo del pasillo. Al principio creí que había visto algo que en realidad no estaba ahí, un nebuloso ensueño propio de la hora que era; pero no, era real y allí estaba. El más grandioso culo que he visto nunca estaba allí, embutido en un prieto pantalón de pana negra. Y pertenecía a aquella rubita de las trenzas que había atisbado brevemente apenas dos horas antes.Antes de proseguir la descripción de aquel monumento a la carne que se exhibía ante mí, debo explicar al lector algunas cosas sobre mi concepto de lo bello y lo deseable. No soy un admirador de las chicas 90-60-90, de ese concepto de belleza famélico que, entre modistos, publicistas y demás, hemos acabado asimilando como natural e inevitable. En cuestión de cánones de belleza, yo sigo la llamada de mi sangre, y esta me pide, como sé que a muchos de vosotros, amigos lectores, los cuerpos gloriosamente abundantes. No quiero decir con esto que me apasionen las chicas meramente gruesas, sino ...
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