1. SOY PUTA XII: La última vez cerca de Juan


    Fecha: 18/12/2019, Categorías: Confesiones Autor: ekaitza, Fuente: RelatosEróticos

    ... condenaría a su muerte… total, en su caso era cuestión de tiempo, quizá fuera mejor que lo mataran de un tiro o de un golpe que el futuro que le esperaba.
    
    Ya estaba abriendo la puerta de la casa cuando sonó el portero automático. Era uno de los mafiosos, había un cambio de planes respecto a mí. Todo el plan se había ido al garete, parecía que no iba a escapar nunca de aquella maldita casa. Tracé un plan a la desesperada, un plan absurdo, simple y con consecuencias inimaginables si salía mal. Le abrí el portal, salí de casa, esperé a que entrara en el ascensor y cuando empezó a subir me puse a bajar por las escaleras lo más rápido que pude con la maleta a cuestas. Calculé que para cuando el ascensor subiera, yo ya podría haber bajado hasta el primer piso (era un tercero), pero no conté con los tacones. Me tropecé y me caí, y cuando el ascensor volvió a abrirse en el tercer piso, yo estaba recostada en el rellano del segundo. El matón, que supongo que había oído la caída, miró hacia abajo nada más salir del ascensor, y ahí me encontró espatarrada con la maleta a mi izquierda. Me puse a llorar: la caída no me había dañado mucho, pero sentí rabia porque pensaba que jamás podría escapar, empezar de cero por mi cuenta.
    
    El matón adivinó enseguida lo que pasaba, me agarró de los hombros y me hizo subir de nuevo a la casa. Me dijo al oído mientras me incorporaba que no hiciera ruido, que subiera tranquilamente. Él detrás de mí, cogió mi maleta y entramos de nuevo en la casa. ...
    ... Pensaba que jamás volvería a ver esa imagen: entrar por la puerta y ver el salón, lleno de periódicos, resvistas, restos de comida, “turutos” (canutos de papel o cartulina que se utilizan para meterse rayas) y más basura en general, con Juan sentado en el sofá como si de otro despojo de basura se tratara, y ver el panorama de nuevo me desoló por completo. No paraba de sollozar, las lágrimas caían por mis mejillas y el matón me dijo que me relajara, que él no quería follarse a una putita llorona. Fue a la cocina, sirvió dos copas de whisky (ya se sabían la casa de memoria), y se sacó de una pitillera un porro de marihuana ya hecho. Me dijo que fuéramos a la habitación, sin torcer el gesto ni un momento. La verdad es que siempre había sido un tío muy relajado, las demás veces que había venido él nunca me había pedido ningún fetiche, y siempre había sido educado -por si acaso yo nunca le di razones para cabrearse-, pero esta vez me acababa de pillar en plena huída, y eso se supone que es lo que más odian los mafiosos, que sus deudores intenten escapar de ellos: sin embargo, el matón en ningún momento dio signos de ira.
    
    Una vez en el dormitorio, el matón posó las copas en una mesita, encendió el porro, cerró la puerta y se sentó en la cama ofreciéndome una de las copas, dando un sorbo a la suya. Cogí mi copa y me dijo que me sentara a su lado, que me tranquilizara, que él así no podría follar. Me empezó a hablar de las consecuencias de mi temeridad, que eso su banda no lo iba a ...