1. Al salir de clase


    Fecha: 04/11/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: EvaManiac, Fuente: CuentoRelatos

    ... sensación desafiante que solo podía culminar en un contraataque muy explícito: "O sea, que hoy ya te has pajeado y podrás estar más atento a la lección, ¿no?"
    
    -"Pues no, solo lo hago por la noche, bajo mis sabanas... pero me gustaría que hoy me la hicieras tú. Nunca me ha tocado una mujer ahí abajo", me respondió sonriente con la osadía propia de un crío desvergonzado sin nada que perder y mucho que experimentar todavía.
    
    -"Tú sueñas, majete. No te culpo por intentarlo, pero yo no estoy aquí para hacer manolas, sino para que aprendas bien la lengua de Shakespeare, que es para lo que me paga tu señora mamaíta", le respondí con tanta ironía que se me escapaba la risa tonta.
    
    El muy bobo no tenía ni puta idea de cómo entrarle a una tía. Su torpe verborrea sexual pareció extraída de una peli porno de segunda fila, de esas en la que una profesora cachonda con gafas de secretaria se deshace de sus bragas de lencería fina cuando un alumno esculpido en el gimnasio exterioriza su enorme polla frente a los gráficos matemáticos de una pizarra, y ambos acaban sobre un pupitre intercambiando fluidos y adjetivos patéticos. Una escena estúpida que cuando la rememoro me pone siempre súper cachonda, por cierto. Y entonces dejé caer algo:
    
    -"¡Pero no me importaría ver cómo te haces una paja!". Silencio sepulcral.
    
    No me estaba creyendo lo que acababa de decirle al chaval. Justo al soltar esa frase yo misma me giré mirando hacia atrás, para disimular, y con la vana esperanza de que ...
    ... un posible asistente fantasma hubiera soltado esa frase por mí. David se quedó mirándome con la misma perplejidad que transmitía yo. No me atreví a decir nada. Dejé que la siguiente frase la construyera él.
    
    Probablemente, mi coño humedecido y en cuarentena había dado él mismo la orden literaria sin aplicar ese filtro cerebral encargado de los impulsos reflexivos. En un primer momento David hizo como que no me había oído, y yo me puse colorada con una sonrisa abollada en la cara. No pensaba repetírselo. Y enseguida pude comprobar que no solo yo me había encendido. David mostraba ahora un semblante completamente tumefacto y, sobre todo, un considerable bulto en su entrepierna que parecía empezar a dolerle preso de una circunstancia poco habitual en su día a día. Entonces se levantó de la silla.
    
    -"Es la primera vez que hago esto, Eva", susurró mientras empezaba a desabrocharse el pantalón.
    
    Nunca antes había propiciado una situación semejante, y mucho menos con un novicio de esa temprana edad, pero mucho menos aún en casa de sus padres, a una puerta de un pasillo común y en una estancia de 10 metros cuadrados en los que cualquier función en vivo iba a ser demasiado real y muy explícita. El fuerte olor de la adolescencia ya cubría con una neblina metafórica toda la habitación, y que David se sacara un rabo de pubertad delante de mí solo iba a acrecentar esa sensación de ambiente enrarecido que mi memoria ya casi había olvidado.
    
    Cuando el chaval comenzó a deslizar su ...
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