1. A mí hermana a los 14 le gustaban grandes


    Fecha: 03/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Hansolcer, Fuente: SexoSinTabues

    Podrían decir muchas cosas de Juan, que era el ladronzuelo del cantón. Que era feo, sin educación y hasta que no se bañaba. Era cierto, pero también había que reconocer que nuestro primo sabía darle placer a un chocho. No por nada tenía aquella verga tosca, deforme, cabezona y llena de venas. Si era vergudo, 20 y tantos centímetros gruesos como bote de spray de principio a fin. Mi hermana parecía gozar aquel garrote en el culo, porque si bien antes le había desflorado el chocho ahora la tenía de rodillas y manos en el suelo dándole, empujándole hasta el fondo aquel miembro viril más parecido a verga de burro que otra cosa. El ligeramente parado, ella había tenido que levantar sus caderas a fin de que aquel macho la pudiera taladrar desde arriba. Sendos gemidos de gusto inundaban la escena, sus cuerpos sudorosos. Tanto el como ella al parecer estaban a punto de llegar al final de aquel polvo circunstancial. Quién habría pensado que un descuido de mi hermana y mío hubiese propiciado que Juan estuviera afianzado a sus caderas y dándole placer del bueno. – Te gusta perrita – le decía nuestro primo – ante los aullidos y exclamaciones de gusto de aquella guarilla de tan solo 14 años. – Siii siii siii, mmmm mmmm alcanzaba a decir mi hermana. Debía ser una verga deliciosa, porque ciertamente Juan no era el tipo de chico que al menos yo supiera le gustaría a Beatriz. Mayor que nosotros, 19 o talvez 20. Robusto con aquella figura un tanto deforme, brazos largos y piernas cortas (por ...
    ... algo le apodaban el chango). Panza inflamada y con esas bolas como si tuviera hernias en el estomago. Su rostro moreno de aspecto indígena de pura cepa, dientes sucios y llenos de caries que le daban ese aspecto por el cual también le llamaban “alíen”. Pero ahí estaba con mi hermanita de cuerpo frágil, pequeña de estatura y que si alguien no la conociera creería que no quebraba un plato en cuanto al sexo. Ahí estaba con toda aquella verga dentro de su culo, ronroneando como gata satisfecha, moviéndose rítmicamente ante las embestidas de quien la hacía feliz sexualmente. Estábamos en un terreno baldío, de esos que rodeaban la casa de los tíos a los que habíamos ido a visitar. Terrenos a los que muchas veces la gente de los alrededores va a buscar leña o simplemente a traer fruta que ahí se da. Hoy precisamente estábamos bajo la sombra de un frondoso árbol de mango. Mi hermana y yo habíamos ido, siendo honestos (al menos yo) a coger, llevábamos una semana de visita y nos regresábamos a nuestra casa hasta dentro de tres días. Creyéndonos solos ella me la estaba mamando cuando apareció Juan, no podíamos ocultar lo evidente. Los dos desnudos, ella con mi verga en la boca. Que podíamos decir. Sabrá cuánto tendría de estar observándonos. Porque lo vimos empalmado o al menos eso decía aquel bulto bajo sus pantalones. Lo acompañaba su hermana , menor que el. Unos 17 años, tímida y para colmo fea igual que Juan. – Qué pasó acá primos – dijo con aquel acento de asombro y como si también ...
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