1. Como una madre con su hijo


    Fecha: 08/09/2017, Categorías: Hetero Autor: Risistasman, Fuente: CuentoRelatos

    ... al quitarme los pelos y algún cortecillo que otro siempre me hacía en el chocho, y tú no sabes lo doloroso que es eso, querido hermanito.
    
    Cuando note que mi concha estaba limpia, me quito mi hermano los restos del jabón y me lavo la chirla con agua.
    
    Como observe que estaba tan excitado le pedí, casi le rogué con vocecita de niña cursi, que me chupara mi conejito, porque la saliva cauterizaba.
    
    Él no se hizo rogar, saco la lengua y pego su rostro a mi entrepierna, poniendo su boca en mi vulva viscosa.
    
    Succiono mis labios mayores y me lamió hasta el ano.
    
    Al verlo tan empalmado, yo le toque el miembro con delicadeza.
    
    Roberto saboreaba mi higo, disfrutando del jugo espeso y licoroso, que destilaba.
    
    Sigue succionando y yo no podía resistir el deseo de ser follada por Roberto.
    
    La cantárida nos desinhibió totalmente a ambos, pero especialmente a mí, que me porte obscenamente cuando su lengua iba y venía como un pincel, por mis labios mayores; Mientras que yo me acariciaba los pechos y tiraba sin saber qué hacía, presa de la lujuria más frenética de mis pezones.
    
    Cuando se inclinó sobre mí y me magreo los senos, besándome al mismo tiempo en la boca, no pude resistirlo más y deje que me penetrara con su verga tiesa.
    
    Mi pussy estaba repleto de su picha, llegándome ...
    ... hasta el fondo.
    
    Él me dijo que mi vagina era la ideal para joder y que mis paredes interiores se separaban lo suficiente, a su juicio de hombre follador, para dejarle sitio a su cipote.
    
    Sacudí mi culo por culpa de los espasmos, que los orgasmos que tuve me causaron, cuando él al fin eyaculó dentro de mí.
    
    Goce lo máximo que recordaba en mi vida y agotadísima por nuestras copulas salvajes, me abrace al y le di un montón de besos y las gracias por hacerme sentir tanto gusto.
    
    Nos fuimos a la ducha y nos dejamos rociar por la lluvia pulverizada que nos quitó el fuego exterior que hacia arder a nuestros cuerpos.
    
    Le masajeé el glande y los testículos a Roberto, sin olvidarme de sobar su bajo vientre y esas nalgas prietas que me volvían loca, apretarlas.
    
    Ya no disimulamos y somos pareja.
    
    Nos amamos a todas las horas, siempre que estamos juntos y Roberto, mi hermano, me ha prometido que jamás se casara, porque yo soy su mujer y sabe por experiencia, después de joder a muchas hembras, que yo soy la única que puede darle el goce que durante tantos años estuvo buscando en cientos de coños y que yo le ofrecí generoso, sin salir de su propia casa.
    
    Por esta felicidad que siento al ser su amada, me he animado a relatar mi experiencia incestuosa.
    
    Para nada estoy arrepentida. 
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