1. Infiel


    Fecha: 19/10/2019, Categorías: Lesbianas Autor: Juana, Fuente: CuentoRelatos

    ... sonaba otra voz diciendo: "Sigue, sigue y disfrútalo". Le bajé la cremallera del pantalón, introduje mi mano y busqué el erecto sexo, lo extraje y empecé a masajearlo. Mientras, mi amante, había apartado la tela de las bragas y hurgaba buscando mi clítoris. Yo seguía masajeando su pene de arriba abajo, sin dejar de besar su boca.
    
    En mi mente no dejaba de pensar que aquello no estaba bien, era una mujer casada. Pero algo me impulsaba a continuar. Los gemidos de Sebastián, la humedad de mi sexo, la excitación de ambos, me hacían desear que aquello siguiera.
    
    Sebastián introdujo un dedo dentro de mi vagina, y mi cuerpo se erizó excitado, mis manos corrían libres sobre su erecto falo, masajeándolo y jugueteando con sus huevos. Le deseaba, deseaba sentirle dentro de mí.
    
    Repentinamente, el chico, sacó sus manos de entre mis piernas, se arrodilló frente a mí, me subió la corta falda hasta la cintura. Cogió mis bragas por la goma y muy despacio, me las quitó. Luego me hizo abrir las piernas y tirando de mis muslos, hizo que me quedara con el culo casi en el borde del sofá. Tras eso, hundió su cara entre mis piernas y sentí su lengua dar un fuerte lametón a mi clítoris, a continuación lo mordió y chupó, haciendo que mi cuerpo se estremeciera. Siguió dándome placer, haciendo que su lengua recorriera mis labios vaginales, introduciéndola dentro de mi vagina y sacándola y metiéndola como si fuera un pequeño pene. Mi cuerpo ardía de deseo y placer, estremeciéndose en un ...
    ... imparable viaje hacía la más tórrida sensualidad. Gemía excitada al ritmo de sus lamidas sobre mi sexo. Levantó su cara y me miró a los ojos, vi fuego en ellos y algo que me pareció imposible, su cara era la cara del mismísimo diablo. Guapo, atractivo, pícaro, seductor, persuasivo. Quería apartarle de allí, pero a la vez quería quemarme en su fuego, arder en su infierno. Volvió a concentrarse en la labor de lamer mi sexo, mientras mi corazón latía a cien por hora, pidiéndome que saliera de allí corriendo. Pero mi mente, recordando su intensa mirada me decía: "No, deja que siga". Y dejé que siguiera, hasta que mi sexo húmedo alcanzó el primer orgasmo. Sebastián se sentó, entonces, a mi lado, tras desabrocharse el pantalón y darle más libertad a su erecto sexo.
    
    -¡Ven, zorrita! – me indicó con cierta maldad haciéndome sentar sobre su erecto falo.
    
    Lo guie, erguido hacía mi húmedo sexo, observando los brillantes ojos de Sebas, y descendí, haciendo que el aparato entrara en mí con suma facilidad. Apoyando mis manos sobre sus hombros empecé a cabalgar, mirándole a los ojos, haciendo que su sexo entrara y saliera de mí una y otra vez, que resbalara por mi vagina y rozara mi punto G. Mi cuerpo se estremecí y el suyo, también, se acercó a mi, me abrazó, me besó en el cuello y me susurró al oído:
    
    -Te gusta ¿eh?, zorrita.
    
    -Sííí... -contesté en un gemido ahogado por el placer.
    
    Claro que me gustaba, me hacía sentir en el cielo y a la vez en el más ardiente infierno.
    
    Sus manos se ...