1. Infiel


    Fecha: 19/10/2019, Categorías: Lesbianas Autor: Juana, Fuente: CuentoRelatos

    ... imaginando sus rojos y carnosos labios sobre mi cuello.
    
    -¿Quieres bailar? -me propuso, mientras en mi mente sus labios estaban ya sobre mi hombro desnudo y sus manos quitándome el sujetador.
    
    -Bueno -acepté cerrando los ojos, tratando de despejar mi mente.
    
    En ese momento empezó a sonar una canción lenta. Andamos los tres pasos que nos separaban de la pista y entonces, él me tomó por la cintura y me abrazó contra él. Empezamos a bailar, yo trataba de mirar a otro lado, pero al sentir su cuerpo pegado al mío, de nuevo la imagen de ambos desnudos sobre la cama, besándonos, apareció en mi cabeza.
    
    Sentí su mano descender por mi espalda y apretarla, y sus labios besando mi cuello. Aquello me asustó y pensé: "No, soy una mujer casada", pero no podía apartarme de él, su sexo erecto crecía entre ambos, lo sentía sobre mi vientre y algo me decía que yo también le deseaba. Pero te juro que no era yo, alguien, quizás él, me controlaba, de verdad.
    
    Continuamos bailando, y él se afanaba en la labor de amasar mis nalgas, cuando sentí sus labios sobre mi cuello, lo que hizo que mi piel se erizara. Ya sabes como me pongo cuando me besan ahí. Fue entonces, cuando pude tomar las riendas de mis actos y tratar de apartarme de él. Pero Sebas me lo impidió sujetándome con fuerza.
    
    -¡Vamos, nena, no te hagas la estrecha, que se nota a la legua que te gusta! -me susurró al oído, y sujetando mi cara por la barbilla me hizo mirarle a los ojos y me besó.
    
    Primero traté de resistirme, ...
    ... de verdad, te lo prometo. Pero luego algo me medía interiormente: "Déjate llevar y disfrútalo". Así que me dejé llevar y le correspondí el beso (aunque te juro que yo no quería, que no era yo la que estaba actuando así, alguien me controlaba, de verdad), nuestros labios se fundieron el uno en el otro y nuestras lenguas empezaron a saborearse mutuamente. Mis manos, como si no las controlara yo, empezaron a acariciar su espalda y mi sexo, inevitablemente, empezó a humedecerse.
    
    Cuando nos separamos, me cogió de la mano y me dijo:
    
    -Ven.
    
    Me llevó hasta uno de los reservados que había en el rincón más oscuro de la sala. Eran pequeños departamentos, cerrados, con un cómodo sofá y una mesita. Nada más entrar quise escapar de allí, pero de nuevo algo me lo impidió, y modosa, me senté en el sofá. Sebas se sentó a mi lado, pasando su brazo por detrás de mis hombros. Se pegó a mí y empezó a besarme, mientras una de sus manos ascendía por mi pierna y se perdía dentro de mi corta falda. Correspondí a sus besos, como llevada por una fuerza superior que me obligara a hacer aquello, y acaricié su torso por encima de la suave camisa que llevaba. Su mano estaba ya a las puertas de mi sexo, lo acarició suavemente por encima de la tela de las bragas. Mi sexo estaba húmedo, y aunque por una parte deseaba salir de allí, por otra deseaba que siguiera, por eso bajé mi mano hasta su sexo y lo apreté con suavidad por encima del pantalón.
    
    "No, no sigas" me decía mi corazón, pero en mi cerebro ...