1. La madre de su novia


    Fecha: 13/10/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... espejo; Ana, desde el pasillo, ríe mis posturitas. Entro en la pequeña ducha y sólo con agua fría me doy un enjuagón. Creo oir a Ana y su madre, Elena, hablar en la habitación; creo que ríen. Salgo y me visto sin haber conseguido ese encuentro. Ana está en su dormitorio acabando de vestirse, en ropa interior todavía, con un leve tanga que no sé de dónde ha podido salir y que nada puede tapar. La miro embobado. Oigo la risa de Elena a mis espaldas. Al girarme la descubro vestida de una manera increible, con una blusa blanca de gasa, casi sin vestir, con dos pechos grandes, generosos, de rosado pezón. Mi empalme en enorme, inmediato. Ella pone su mano sobre mi pecho y se acerca -lo sabe- más de lo normal. Mira a su hija en el instante en que ésta se gira; vuelve a reir de vernos tan juntos: las dos ríen. No sé qué hacer. Las dos lo saben. Lo mejor es salir de allí, aunque Elena no pierde la ocasión de dejar caer su mano desde mi pecho hasta mi vientre, donde yo la paro. Con Ana casi sin acabar de vestir, salimos de allí.
    
    Hemos vagado la tarde por aquí y por allá, hemos jugado, cenado, bebido y reido: ha sido una tarde agradable. Ya de madrugada, acompaño a Ana a su casa. Mi reloj marca las 3:15. Ana insiste en hacer un último café que yo acabo aceptando.
    
    Sentados en la cocina nos seguimos riendo de algunos personajes ridículos que han cruzado nuestra tarde, inventamos chistes malos con ellos, diluimos su historia en el café. Cuando el reloj llega a las 4:25 aparece ...
    ... Elena despeinada, en bata, con cara de sueño inquieto por la puerta de la cocina. Ana la quiere invitar a café y yo la animo, con hielo -pide ella. Desplazamos la reunión a la terraza en la fresca noche.
    
    Ya casi amanece entre bromas y comentarios que van subiendo de tono. Ana, joven y descarada, quiere disfrutar y se desnuda allí en medio, eleva los brazos y estira su desnudez: yo la observo excitado, Elena me observa a mí. Bésala, acaríciala me pide la madre. Ana cuadra los ojos, yo río locamente. ¡¡Mamá!!, pide asustada Ana y echa a correr por una manta. Aguanto la mirada de Elena durante unos instantes y acabo volviendo la cabeza oyendo a Ana reir en el fondo del pasillo. ¿Por qué no lo hiciste?. ¿Por qué no le hiciste el amor si la deseabas? -pregunta Elena. Sin saber quien responde por mí, una voz le dice que también, ahora, allí mismo, la poseería a ella y no lo hago.
    
    Elena se incorpora y deja caer la bata. De su cuerpo emana el olor más increíble que nunca olí, un aroma -más que olor- que mi nariz busca, que mi boca va a beber. Sentimiento que busco en su boca, bajo sus pechos, en su vientre, entre los dedos de sus pies, en su espalda, en sus pliegues más ocultos donde encuentro otras sensaciones, otros olores. De allí bebo, como por la tarde bebí de su hija, pero de una forma mucho más serena, pausada, con delicadeza y... amor.
    
    Después de mi nariz, mi boca, por entre sus piernas frotando los muslos sube mi pecho, mi vientre, juega mi pene con sus labios mayores ...