1. La madre de su novia


    Fecha: 13/10/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Con el paso del tiempo, de los años, mis relaciones sexuales han mejorado de forma importante. Así, de ser un chico algo tímido y con experiencias sólo satisfactorias en el plano físico, he pasado a conseguir plenas actuaciones que nos dejan satisfechos en lo físico y en lo emocional tanto a mi pareja como a mí mismo.
    
    Mi pareja. No tenía, hasta hace poco, pareja estable. Así pues, todas las experiencias han sido con amigas, compañeras del trabajo o encuentros ocasionales (los menos). Desde Navidades, hace ahora poco más de seis meses, estoy con una chica que roza los veinte, nueve años menor que yo.
    
    Nuestra relación está basada en el sexo: los dos lo sabemos, lo aceptamos y procuramos no dar tiempo a pensar en ello. Yo, para ella, soy un romance del que presumir frente a sus amigas y un amante que le hace alcanzar la mañana entre gritos y arcos de placer. Lo más importante es, según ella, que alcanza plenos orgasmos y abandona mi casa sin notar la falta de sueño tras largas noches de sexo y descargas.
    
    Con la llegada del buen tiempo nuestra actividad ha crecido. La penetro en casi cualquier lugar, me masturba si tiene cinco minutos. Rozamos la locura.
    
    Esta tarde de sábado, habíamos quedado en que iría a buscarla. Al salir de mi casa, en encuentro casual, he tenido un intercambio de miradas y palabras con mi vecina de rellano, una mujer de mi edad. Nos hemos encontrado en la escalera, yo bajando y ella subiendo; no es la primera vez que ocurre. Sus gafas de sol ...
    ... empujan el cuello del polo hacia abajo y permiten que con cada leve inclinación pueda entrever el encaje de su sujetador. No nos hemos apartado y en los escalones hemos coincidido. Durante un instante paramos clavandonos los ojos, interrogándonos con la mirada; con un dedo le acaricio el brazo, el pezón por encima de la ropa, su pubis busca el mío sin encontrarlo. Se retrae con un guiño imperceptible. Burlonamente, me sonríe inclinando la cabeza, meciendo su largo pelo, con un gesto intuitivo y femenino y echa a correr hacia arriba soltando un recio 'Buenas tardes'. La observo abrir su puerta, dudar un instante y, finalmente, cerrar tras de ella mientras pienso que he conseguido lo que quería y sé que debo buscar su prometedora coincidencia otro día no muy lejano.
    
    La verdad es que el incidente me ha puesto muy caliente. Cruzo la ciudad pensando en Ana, mi novia; ese pensamiento me enardece aun más. Subiendo en el ascensor hasta su ático me toco con la intención de que ella note mi estado. Noto un calor enorme dentro de mí y tengo esa sensación de que nada puede pararme.
    
    Llamo a la puerta y, como tantas otras veces, abre su madre. Esta mujer corta el pelo en casa los días que puede; hay otras tres mujeres en el comedor en bata y rulos. Me da los dos besos de rigor y me deja pasar. ¿Seré yo? sus besos, su mirada, no me han parecido como siempre. Ya en el pasillo, curioso, vuelvo la cara: ella sigue ahí en la puerta, mirándome con insinuación... o eso es lo que yo creo. Agito ...
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