1. Una visita inesperada


    Fecha: 11/10/2019, Categorías: Hetero Autor: Likntropo, Fuente: CuentoRelatos

    ... acariciaba el pelo. Seguimos jugando durante 10 minutos, hasta que comencé a acariciarle el clítoris con la yema de los dedos, se tumbó en la cama, se colocó una almohada en la cara. Supongo para que no viera su rostro. Seguí tocándola, viendo cómo se retorcía, sus gemidos apenas eran audibles, pero me estaban poniendo mal, así que decidí apresurar un poco las cosas.
    
    Le introduje un dedo, después dos y así seguí por algunos minutos, ella aún conservaba la almohada en el rostro, así que aproveché para colocarme frente de ella. Abrí por completo sus piernas, y me puse en medio. La erección que tenía era tremenda, no podía resistir esas ganas de hacerla mía.
    
    Seguí con el juego, había olvidado el frio, la lluvia. Dentro de esas cuatro paredes solo existíamos nosotros dos.
    
    Tome sus piernas, y la acerque a mí, ella rápidamente se quitó la almohada y trato de cerrar sus piernas, pero al yo estar en medio, no pudo cerrarlas por completo.
    
    —¿Oye que haces? ¿Eres tan estúpido? Ponte condón o aquí se acaba la función.
    
    Mierda, porque demonios había olvidado ese detalle, no tenía condones. Había dos opciones, terminar todo aquí y esperar a que se presentara de nuevo la oportunidad, o probar mi suerte. La respuesta fue obvia.
    
    —Discúlpame, no tengo condones. Pero podemos intentarlo así.
    
    —Eres un idiota, ni de chiste lo hago así.
    
    Sabía que no la convencería con palabras, así que tome sus piernas y la jale hacia mí, puede que ella lo deseara tanto como yo, o ...
    ... simplemente pensó que podría apartarme de aquella forma.
    
    Abrió un poco las piernas y las puso en mi pecho, tratando de empujarme hacia atrás, lo que me permitió penetrarla sin problema. Con los juegos anteriores ella estaba muy mojada, así que fue muy sencillo entrar.
    
    Escuche un gran gemido, seguida de una sonrisa.
    
    —No seas tonto, por favor salte, si pasa un accidente sé que no te haras responsable.
    
    Yo seguía entrando y saliendo lentamente. Siguió repitiendo que me saliera, con voz cada vez más suave, más dócil, más sumisa. Hasta que no logro aguantar más y abrió las piernas por completo, dejándome así, entrar todo lo que pudiese. De nueva cuenta abrazo mi cintura con sus pies, sus manos se posaban en mi espalda, dándome pequeños rasguños.
    
    Parecía un trance, jamás me había sentido así, tener sexo con ella era como flotar, era como quedar en un pequeño trance, los movimientos eran lentos pero constantes, ambos estábamos en la misma sintonía, trabajando al mismo ritmo.
    
    Ese trance se rompió cuando sentí sus uñas rasguñando más de lo normal, acompañado de gemidos, pero gemidos tan suaves, tan armónicos, que parecía un ángel cantando en mi habitación. Era una orquesta celestial y el director era yo. Su placer era el mío, sus gemidos eran música para mis oídos.
    
    Seguí con el movimiento, con la misma posición con la que comenzamos, esta vez los movimientos eran más rápidos, estaba llegando al clímax, cuando por segunda vez, el trance fue interrumpido por la voz de aquella ...