1. Negación - Capítulo 11


    Fecha: 12/09/2019, Categorías: No Consentido Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... distancia que separaba el andén ocho del Estacionamiento, y durante ese breve lapso de tiempo, lanzó toda la artillería pesada. Un repertorio inagotable de bromas totalmente fuera de lugar, respecto a mi condición médica en el hospital, y mi estado actual de convalecencia. La mayoría, por supuesto, trataban sobre mi otrora expuesto trasero.
    
    Miguel estaba complacido. Había encontrado un aliado ideal con el cual compartir información trascendental sobre mi vida privada, y con el que formular nuevas bromas que me hacían cada vez más desdichado, y a ellos parecía encantarles. Hasta Claudia soltó un par de carcajadas. Me limité a lanzarle una mirada asesina de advertencia.
    
    “Bastardo” fue la primera palabra que se me vino a la mente cuando él comenzó a burlarse, y la repetí en incontables oportunidades durante todo el trayecto hasta el Jeep de Miguel, y los cinco minutos que llevábamos en el todo-terreno.
    
    Traté en vano de cambiar el asiento, cuando vi que Claudia ocupaba el lugar del copiloto, le pedí un enroque, pero mi suplica no surgió efecto, mi supuesta amiga, se negó de lleno a hacer el cambio, y yo me refunfuñe en el asiento trasero junto al Traumatólogo más idiota del mundo que seguía sin dar tregua.
    
    - ¿Qué le pasa al bebé? – volvió a preguntar.
    
    - Idiota.
    
    - ¿Necesita su biberón?
    
    - Bastardo.
    
    - ¿Quieres llorar?
    
    - Idiota.
    
    - ¿Quieres llorar?
    
    - Bastardo.
    
    - Se te da bien llorar ¿Por qué no lloras?
    
    Le lancé una mirada de advertencia. Sabía a ...
    ... qué se refería. No necesitaba ser un genio para saber que por su mente, el único acto de gentileza que había recibido de su parte – bueno, y tal vez que me salvara la vida – era que hace unos días lloré, contra todo pronóstico, sobre su hombro. Pero el muy idiota, ahora quería usar ese momento de debilidad en mi contra. Estaba cruzando el límite.
    
    - ¡Podrías dejarme en paz de una puta vez! – grité iracundo, sobrepasado.
    
    - ¡Fabián! – me reprocharon Miguel y Claudia al unísono.
    
    Se miraron, y una fugaz sonrisa pasó por el rostro de ambos. Me entraron ganas de vomitar.
    
    - ¡Ah, por favor! – maldije –. Se acostaron de nuevo.
    
    Sergio se echó a reír a mi lado, yo miré por la ventanilla indignado, no era la primera vez que pasaba. Entraban en un raro periodo de luna de miel, un breve momento de paz antes de que la guerra se desatara de nuevo. Y se deshicieron en escusas baratas, ambos con la cara roja al ser descubiertos. Y no es que me interesen sus vidas sexuales, pero cuando se peleen… otra vez, Quedaré situado en medio de dos bandos armados y querrán que elija entre uno y otro.
    
    - ¿Ahora si vas a llorar? – volvió a molestar Sergio.
    
    - En tus sueños – dije, mientras le mostraba el dedo medio.
    
    - Muy decente, Culito de Algodón.
    
    Me harté, me puse los audífonos y no volví a dirigirles la palabra.
    
    - - -
    
    Me hallaba solo al fin. Era las veintitrés con treinta y dos minutos. Sólo miraba la cama. Sentía un nudo formándose en mi garganta, que me hacía respirar con ...
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