1. Negación - Capítulo 11


    Fecha: 12/09/2019, Categorías: No Consentido Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... pierdo en la intensidad de sus ojos verdes.
    
    - Tenemos un “asuntito” que tratar – me recuerda.
    
    - Lo sé – digo, al tiempo que desvió la mirada, buscando a Claudia a tientas –. Mañana – le prometo. Y me libero de su prisión para ir al encuentro de mi amiga.
    
    Comienzo a desplazarme hacía donde está Claudia, y sólo en ese momento me doy cuenta que me he ruborizado. Siento las mejillas ardientes y me tiemblan las manos. Sergio me pone de un humor de perros. Los enormes ojos cafés de mi amiga, logran calmarlo todo. Nos miramos en silencio unos segundos, apreciándonos, buscando cualquier cambio en nosotros. A pesar de haber sido solo una semana, la he extrañado tanto, tanto, que me aferro a ella con fuerza, en un abrazo interminable. Soy un par de centímetros más alto que ella, pero, cuando calza zapatos con taco, logra igualar mi estatura. Hoy es una de esas ocasiones, por lo que nuestros cuerpos se amoldan perfectos el uno con el otro.
    
    - ¿Faby, estás bien? – pregunta con dulzura, al cabo de un rato.
    
    - Sí, ahora lo estoy – le susurro, con la voz entrecortada.
    
    - ¡Y yo! – escucho gritar a Brawny, y luego siento la fuerza de su cuerpo que nos desestabiliza, el calor que irradia su cuerpo, y sus fuertes brazos rodeándonos, protegiéndonos.
    
    - ¡Cuidado, Bestia! – se queja Claudia, pero no se mueve.
    
    - No arruines el momento Arpía… - Miguel sonríe, y luego los tres comenzamos a reírnos. Atesoro este momento feliz, y lo guardo en un lugar privilegiado en el cajón de ...
    ... los recuerdos de felicidad.
    
    Es Sergio quien rompe la burbuja.
    
    - Que lindo… tanta ternura me provoca nauseas – se queja.
    
    - ¿Qué hace éste “tipo” aquí? – digo, lo suficientemente alto para que pueda oírme.
    
    - “Este tipo” solo vino a ayudar, o qué ¿ibas a dejar que Claudia llevara todas estas maletas? – replica.
    
    Lo observo un momento, está ahí parado a una distancia prudente del lugar donde nos encontramos los tres abrazados aun. En su cara hay puro fastidio, pero no en sus ojos. No, en ellos hay evidencia clara de estar también emocionado por nuestro encuentro. Y con nuestro no me refiero al de él y yo. Me refiero al del trio del que estamos hechos mis amigos y yo. En sus ojos hay deseos de pertenecer a este grupo cerrado que observa con detención.
    
    - Pues que siga mirando, por mí, él nunca entrará al círculo – pienso.
    
    No es una mala persona, lo admito. Pero es un maldito engendro demoniaco, que con su mirada altanera logra desquiciarme. A diferencia de Claudia que me entrega calma y seguridad, o Brawny que a pesar de sus bromas y su manera de tratarme como a un adolescente, es un puerto seguro. La única sensación que me induce Sergio, es el deseo de salir pitando, huir rápidamente de la tormenta que desata su presencia.
    
    - Mejor nos vamos – digo, deshaciendo el manojo de brazos en el que nos habíamos convertido.
    
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    Iba en el asiento trasero, junto al Bastardo. Así lo llamaba ahora. Fueron escasos minutos los que pasaron mientras recorríamos la ...
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