1. Mi empleada doméstica


    Fecha: 06/08/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... pasando mi mano por su cola. «El chiquito lo tengo pito señor», me dijo dejando que le baje la bombacha, «que lo tenes qué?», le dije sin entender lo que me dijo. «Que nunca me cacharon por la cola señor», dijo volviendo a bajar su cabeza. «Sos virgen de la cola?», dije sorprendido. «Si señor, mi chiquito es virgen», me dijo dejando que pase mis manos por sus nalgas. «Vamos a mi cama así te lo rompo, querés?», le dije notando como se me ponía dura la pija. «Lo que usted me diga señor, no quiero que se enoje conmigo», me dijo bajando la cabeza y dejando que la lleve a mi dormitorio. Le terminé de sacar la bombacha, la acosté boca arriba, con sus piernas bien abiertas, le miraba la concha, con sus bellos púbicos bien recortados y prolijos. Pasé mis dedos, notando como se lubricaba. «Y te vas a dejar coger así como así?», le dije pasando mis dedos y notando que se humedecia cada vez más. «Es que tú me gustas mucho Nahuel», me dijo agarrando mi mano y con la suya la siguió pasando por su concha. Cerró sus ojos y mientras pasaba con su mano la mía por su concha, gemia suavemente. «Quiero que me caches», me decía en voz muy baja, moviendo su cabeza de un lado a otro gimiendo. Me saqué mi bañador y me ubique entre sus piernas, Susana con su mano la acomodó contra su concha y empezó a gemir fuerte, a dar quejidos de placer ...
    ... cuando se la empecé a meter, mojada, mojadisima tenía la concha, que delicia sentir como le entraba en esa concha bien caliente. «Así papi, cachame despacio, dejame disfrutar de tu pinga», me dijo envolviendo sus piernas en mi cintura, «que rico se siente entrando y saliendo de mi chucha», decía con la voz temblorosa, se notaba de lejos que estaba disfrutando, que no lo hacía por obligación. Mientras la cogía le chupaba sus tetas, sus pezones, sentía como me tenía envuelto entre sus piernas, como movía suavemente sus caderas. Ella seguía gimiendo sin dejar de mover sus caderas, sentía su concha cada vez más mojada, más caliente, ella buscaba mi boca con la suya, nuestras lenguas pasaban de una boca a la otra. «Nahuel, me vengo, me vengo, vente tú dentro mío», escucho que me dice entre fuertes gemidos, moviendo más rápido sus caderas. Los movimientos se hacían más fuertes, más rítmicos, hasta que Susana empezó a gritar con sus ojos cerrados, tenía una mueca en su cara que lo decía todo. Yo seguía los movimientos hasta que se la meto lo más adentro de su concha y casi gritando de placer me empecé a acabar bien adentro de su concha. Seguíamos gimiendo, basándonos, refregando nuestros cuerpos, mi pija dentro de su concha. «Sabía que íbamos a estar en la cama, lo que no me imaginé que pasara tan pronto», me dijo Susana. 
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