1. Mi empleada doméstica


    Fecha: 06/08/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Me llamo Nahuel, argentino, soltero, tengo 35 años. Siempre me gustaron los negocios y no me puedo quejar de como me van las cosas. A los 20 años me vine a vivir a España. Empecé comprando y vendiendo cosas, vaciaba casas enteras y las llevaba a una nave que había alquilado. Así poco a poco fui creciendo, empecé a comprar furgonetas y conseguí hacerme un lugar en una empresa de paqueteria y fui tomando empleados. Tengo un chalet en las afueras de Madrid y me di cuenta que necesitaba una empleada doméstica. Hablando con uno de mis empleados, me dijo que había venido de Perú una. hermana de su mujer y que estaba buscando trabajo. Quedamos en que viniera a hablar conmigo. Una chica delgada, pelos hasta su cintura, buenas caderas y unas tetas ni grandes ni chicas. Piel cobriza, 28 años. Me gustó, me cayo bien. Cuando vino a casa, traía unas sandalias que vi que no eran de ella, ya que le quedaban grandes, y una ropa pobre, pero muy limpia. Me dijo que no tenía ni marido ni hijos, que su família era su hermana, se notaba que quería trabajar. Llegamos a un acuerdo en el sueldo y la contraté. En casa tengo piscina y hace un calor de locos, le dije de refrescarnos pero me dijo que no tenía maya de baño. Susana, que así se llama la chica se fue a casa de su hermana a buscar sus cosas, ya que le dije que empiece de inmediato. Soltero y sin tiempo, mi casa era un asco. Mi empleado me llama y me dice que la llevaba en la furgo, le pedí que pase por algún lado y nos traiga comida. Cuando ...
    ... llegan yo estaba en la piscina. Le devuelvo el gasto a mi empleado y le digo a Susana donde podía acomodarse. «Ponete la maya y trae un par de cervezas a la piscina», le dije cuando mi empleado se fue. Yo estaba en el agua cuando veo a Susana venir con las cervezas y un short y una camiseta larga, casi hasta sus rodillas. «Y tú maya de baño», le dije mirando como estaba, me causaba gracia verla así. «Es que me da vergüenza señor», me dijo. «Vergüenza de qué?, tenes unas lindas piernas», le dije haciendo que se acerque a mi, y le miraba por debajo de la camiseta. «Hay señor, que me da pena que me mire así», me dijo apartandose para que no siga mirando debajo de su camiseta. «No tenes maya, que estás con las bragas puestas?», le dije. «Sí», me dijo agachando la cabeza. «Hay Susi, no te pongas así», le dije saliendo del agua, agarré una cerveza y se la ofrecí. Susana dudó pero yo insistí y empezamos a tomar unas cervezas. «Susi, yo quiero que te sientas como en tú casa, que en definitiva vas a vivir acá mientras trabajes conmigo, bienvenida», le dije y chocamos los botellines a modo de brindis. «Vas a estar incómoda con esa camiseta en el agua, que estas en ropa interior?», le dije dejándo el botellín y me volví a meter. «Es que me da vergüenza que me vea en interiores», me dijo tomando de a sorbitos de la botella. « Bueno hace lo que quieras», le dije y empecé a nadar, «no se enoje señor, por favor, no se enoje», me dijo. Escucho que suspira fuerte como para darse animos a sí ...
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