1. Las desventura de Elena (3)


    Fecha: 05/08/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... le da a quien trae una presa el derecho a disponer de ella y decidir los vejámenes y castigos que sufrirá. Tu vida anterior se acabó para siempre, Elena, tu vida de hembra inalcanzable codiciada por tantos hombres, tu vida de esposa feliz con su maridito, el pobre Federico, jejeje... Bueno, al fin de cuentas le perteneciste y te gozó durante muchos años, ¿verdad?, y ahora me llegó el turno a mí, ¡que esperé tanto tiempo! Pero, ¿sabés una cosa, querida? Jamás imaginé que iba a poseerte de una manera tan total. En mis ráfagas de optimismo, que por cierto no eran nada frecuentes, apenas alcanzaba a imaginar que finalmente te seducía y terminábamos en la cama, aunque para vos eso no significaba más que satisfacer una curiosidad y después nada, yo volvía a mi frustración y vos levantabas un muro infranqueable ante mi deseo que jamás volvería a satisfacer. Ésa era mi fantasía cada vez que pensaba en vos, Elena: poseerte una vez, siquiera sólo una vez conocer y disfrutar cada centímetro de tu cuerpo, este cuerpo que ahora contemplo desnudo e indefenso. –y al decir esto acarició con mano temblorosa uno de los muslos de la hembra prisionera. Al sentir el contacto Elena gritó en medio de un corcovo: -¡No me toques, asquerosa de mierda! – En los ojos de la otra brilló una luz de furia y desmintiendo una presunta falta de agilidad que sus kilos de más sugerían se puso de pie velozmente, tomó a Elena por los cabellos con ambas manos, la hizo sentar y le asestó un certero escupitajo en el ...
    ... rostro. Elena abrió mucho los ojos y sus facciones se contrajeron en una expresión que combinaba el asco y el miedo. Por un segundo su mente fue una pantalla en la cual se proyectaban imágenes de tantos momentos vividos con su amiga Julia, que había dejado de existir para dar paso a esta mujer perversa en cuyo poder estaba ahora. Se limpió la saliva con el dorso de una mano mientras el llanto volvía a nublarle la mirada y Julia le decía, implacable: -Parece que no entendés cómo son las cosas, Elena. Te atreviste a insultarme y te lo voy a hacer pagar. En verdad tengo muchas ganas de cogerte y es lo que pensaba hacer ahora, pero tu insolencia me obliga a castigarte primero. ¡Wanda! –llamó en voz alta, y segundos después apareció la rubia.
    
    -Ayudame a darle su merecido por haberme insultado. –dijo Julia después de soltar la cadena del collar.
    
    -Será un placer. –contestó Wanda, y agregó: -pero mirá que con los Amos le dí tanto que no creo que sus nalgas admitan más azotes sin despellejarse. ¿No te importa?
    
    -Voy a usar los puños, tenela bien fuerte y derecha. –pidió y Wanda entonces inmovilizó a Elena ofreciéndola indefensa a la furia de la otra.
    
    Julia midió el golpe, flexionó su brazo hacia atrás y estrelló el puño contra el estómago de Elena.
    
    -¿Qué fue lo que me dijiste, puta? –y volvió a golpearla provocando un gemido de dolor en su víctima, a la que Wanda retenía firmemente para evitar que se doblara hacia delante.
    
    -Repetí lo que me dijiste. –insistió Julia y ...
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