1. Virgo y la tentación.


    Fecha: 24/07/2019, Categorías: Masturbación Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pero,… pero no con la ropa. Me-menuda vergüenza si alguna chica se entera…
    
    -¿Si se enteran? ¡Bah, vamos, ¿y por qué se iban a enterar?! ¿Tú se lo dirías?
    
    -No…
    
    -Pues yo, tampoco. Bueno, pero cuenta, ¿quién es? ¿Lucita? ¿La Pitufina? ¿No será la sobrinísima, verdad….?
    
    -No, no… la so-sobrina del Decano, no… es… - Virgo sonrió y se sonrojó ligeramente – es… Coral.
    
    A Rino se le esfumó la sonrisa de la cara.
    
    -Espera… ¿estamos hablando de "esa" Coral…? ¿"Loba" Coral? ¿Cometíos Coral…? – Virgo volvió a agachar un poco la cabeza y asintió de nuevo. Rino suspiró y le acercó la bolsa de ropa sucia de la citada – Toma. Cógele unas bragas, zúmbatela pensando en ella y olvídala. Es lo más y lo único que vas a sacar de ella, creéme.
    
    Virgo intentó preguntar o decir algo, pero Rino se marchó silbando. "No lo entiende" pensó, y tenía razón. Sabía que nadie lo entendería, pero él… estaba enamorado de Coral. De acuerdo, sí, sabía bien lo que decían de ella, que si era una ninfómana, que si no calentaba la olla con un solo carbón, que si era una bestia… pero eso a él, no le importaba "Yo la quiero. Y yo también he tenido alguna novia antes… si estamos juntos, lo que haya hecho antes, no me va a importar. Sé que no pegamos. Ella es muy guapa, muy mala, muy agresiva… pero me gusta. Todos me dicen que ella ni me escupiría a la cara… y creo que tienen razón, pero eso no cambia que la quiero". Se dio cuenta que tenía entre las manos la bolsa de ropa sucia, y le vino un mal ...
    ... pensamiento, malísimo, pero muy tentador. En la residencia todas las chicas estaban acostadas, todo estaba en silencio, nadie le descubriría… aún así se sentía nervioso y culpable, pero de todos modos lo hizo: metió la mano en la bolsa, sacó unas bragas de color rojo… miró a todas partes para asegurarse una vez más de su privacidad, y cerrando los ojos, se llevó la prenda a la nariz aguileña y aspiró intensamente. Un suave gemido se le escapó de la garganta y notó que su pantalón vaquero se abultaba poderosamente. ¡Cómo le gustaba ese olor! Se sentía terriblemente culpable, sucio por hacer algo semejante, pero no podía evitarlo.
    
    En todo el tiempo que llevaba de lavandero, había visto las bragas a miles, tanto "de abuela" como prendas muy sexys y algunas ciertamente "de batalla". Incluso las había visto rotas por el centro, sobre todo después de que Rino visitase a alguna de sus primas… pero nunca, nunca se había excitado con ellas. Sabía que esas prendas pertenecían a sus propietarias y ellas se sentirían humilladas si él las miraba de otro modo que no fuera el estrictamente profesional, a él le dejaban las ropas para lavarlas, no para hacer el indio, si alguien se enteraba, lo despedirían… eso si no dimitía él primero de la vergüenza… un demonio pequeñito le susurró en el oído "Psí, pero, por una vez… ¿quién se va a enterar? ¡Date el gustazo!"
    
    La verdad es que no quería, en el fondo no quería, pero su mano derecha bajó ella solita a su pantalón y empezó a frotarse el bulto ...
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