1. Sexo casual con un pequeño platónico


    Fecha: 10/06/2019, Categorías: Lesbianas Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    Cuando la conocí por primera vez no llamó mucho mi atención, aunque por ese entonces mi mente estaba preocupada por asuntos diferentes. Sin embargo, un día llegó al salón de clases con un vestido que me hizo notarla como la mujer más espectacular que mis ojos habían tenido el privilegio de admirar.
    
    Fiel a mi compromiso y mi palabra, jamás engañé a mi pareja, pese a que todas las mañanas mi mirada se perdía en esa indeciblemente bella sonrisa. El tatuaje en el nacimiento de sus pechos también era un punto focal. Toda ella era intimidantemente bella. Su mirada… ¡Oh sus ojos! Eran como un lente para asomarse al universo y ver las estrellas… es como si tuvieran la habilidad de detener el tiempo… También estaban su forma de sonreír y de reír, que no se daba cuenta que era una suprema maravilla que compartía cada vez que abría su boca… y una voz tremendamente sexy que me hacía ponerme duro solo de escucharla… sus perforaciones, sus tatuajes, sus pechos, sus curvas, sus piernas y sus nalgas… Todo me embelesaba y, además de todo, me atraía mucho más que tuviera una forma de ser peculiar y una inteligencia que se notaba a leguas. Sin embargo, nunca me atreví a decirle que me atraía enormemente, más aún cuando uno de mis amigos tomó la delantera y se hicieron novios… aunque, bueno, lo suyo no duró mucho… pero hay un “código de honor” entre amigos. Lo cierto es que daría cualquier cosa porque ella me hubiese mirado como miró alguna vez a él…
    
    Así que decidí reprimir todos mis ...
    ... instintos y centrar mi atención en quién lo reclamaba por aquél entonces, pese a que no perdía la oportunidad de admirar su belleza cada que la veía entrar o salir del salón, en fiestas, salidas escolares o reuniones. Cómo dicen en mi país “echarme un taco de ojo”.
    
    Lo que, en un momento de mi vida, pasó de ser un pequeño platónico, se convirtió en una de las más deliciosas noches que jamás he podido contar.
    
    - ¡No te creo! – comenté y le di un sorbo a mi trago
    
    - Pues si – me dijo ella apresuradamente y continuó con su explicación – es decir, ¡yo me dedico a eso! Y el cabrón va y se mete con una tipeja que no sabe distinguir un tweet de un re-tweet – suspira y en ese momento mi corazón se acelera al admirar ese pequeño milagro, para después soltar exasperada - ¡Me emputa!
    
    - Lo noto – señalé un tanto sarcástico, pero con una buena intención - Perdona que te lo haya hecho recordar – me disculpé un tanto cohibido por la reacción, lo cual denotaba que aún le dolían los cuernos
    
    - No te preocupes corazón – dijo tranquilizándome – es bueno sacarlo de vez en cuando para que ya no afecte y, de hecho, cada vez que explota así, me afecta menos.
    
    - Pues – suspiré y le di otro sorbo a mi ron con coca – al parecer padecemos el mismo mal.
    
    - ¿Cómo? – preguntó abriendo los ojos y sonriendo de manera educada, aunque con una curiosidad evidente – No me digas que…
    
    - Si – le interrumpí – Aunque creo que mis cuernos son mucho más grandes que los tuyos
    
    - ¿Por qué lo dices? – ...
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