1. Así se conquista una de trece - Capítulo III - Quiero MIRARTE


    Fecha: 21/06/2017, Categorías: Hetero Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues

    ... desdoblando la blusa entre sus manos y con el movimiento de los brazos apretaba y soltaba alternadamente ese glorioso par de tetas. Se me paró. La reacción natural ante esa deslumbrante belleza era la intención de copular, de reproducirse, de taladrar el coñito en cuestión, eyacular dentro, mientras el resto del cuerpo está en un éxtasis celestial por la conquista y el contacto con el otro cuerpo, ese tan deseado, por la consumación de algo tan querido. Eso, lo de la eyaculada, y otros sentimientos secundarios e igual de inevitables como la intención de poseer y proteger, la ansiedad por la impotencia –temporal- de consumar. Qué tetas, santa madre, pero qué tetas! Si su tío, padrastro o lo que fuera se la quería echar, pues no era por nada. En días siguientes, no perdía oportunidad para hablar con ella y ganarme su confianza. Las chicas de colegios pobres son cien veces más fáciles de abordar, porque son precisamente sus problemas el ángulo a explotar. Las niñas de colegios ricos no te ven como padre, ni como confidente, sino como coima. Difícil asunto, pero no imposible. Valga agregar en este paréntesis que a las chicas pobres, quieres sondearles hasta el alma por el culo, pero una niña rica puede obsesionarte sentimentalmente, o dicho sin asco, puede ‘enamorarte’- lean “el último amor prohibido”-. Es una de las cosas que quiero analizar de mi corta pero aun así, basta experiencia de penetrador de colegialas. Al poco tiempo, a punta de preguntarle por sus problemas y ...
    ... escucharla, no me había ganado solo la confianza de Laura, sino su afecto. Como lo dije, en niñas pobres es muy fácil. Cuando me veía a lo lejos, corría hacia mí para abrazarme de salto y saludarme. Siempre ponía la mejilla para que yo le diera un beso. Ah. esa mejilla; tan rellenita y pulpita… “¿cómo tendrá esas vulvitas?” me preguntaba a mí mismo cada vez. No me podía sacar de la cabeza esas tetas, y empezaba también a obsesionarme por el resto de ella. Cada vez que hablábamos, le miraba la jardinera con tanto morbo y tantas ganas que parecía que mis ojos tuvieran rayos x. A estas alturas no sé si fueron las ganas que movieron mi imaginación o si fue realidad, pero la escasa luz que pasaba a través de su falda me permitía ver por fracciones de segundo su silueta. Siempre que estaba frente a ella se me paraba el pito. En casa, querí a matarme a pajas por ella, pero me resistía y mantenía en conflicto tenerle tantas ganas a una niña tan joven. No por mí, yo nunca tuve conflictos conmigo. Pero es que las de décimo y once – mi menú principal – ya eran lo suficientemente putas, estaban más tocadas que el himno nacional… pero Laura… pues también, pero… no sé; no estaba seguro de querer pasar esa barrera. Se me revolvía la cabeza de planear tan fríamente y con tanta malicia como llevármela a un laboratorio o algo, manosearla y ponerla a chupar… era muy osado. Con las grandes, uno se ponía una cita donde fuera y listo. Muchas eran más recorridas que uno mismo. Pero Laura… ella muy ...
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